Introducción/Paradigma. Por un cristianismo sin religión. Bruno Mori.

 

Cuarto libro de la colección Nuevo Tiempo Axial. Si quieres bajarte gratis el libro completo, pincha AQUÍ

La mayor contribución del siglo XX al conocimiento humano ha sido el descubrimiento del carácter temporal y limitado del conocimiento. Edgar MORIN 

La mayor contribución del siglo XXI al cristianismo será su liberación de las garras de la religión. Bruno MORI

El contenido de estas páginas no tiene ninguna pretensión de rigor científico. Soy consciente de que a veces ciertos argumentos y reflexiones son más la expresión de percepciones, convicciones, sentimientos y reacciones personales, que el resultado de una investigación objetiva. El propósito de estas páginas no es construir una obra académica. Con ella he querido sobre todo emprender una especie de terapia religiosa personal, buscando comprender y verbalizar el origen de los malestares y las dificultades que, como cristiano que vive en la modernidad, experimento en relación con mi fe y mi religión. Y esto, con la esperanza de que algún día pueda aceptarlos con serenidad y superarlos con alegría.

También espero que las palabras contenidas en estas páginas puedan ayudar a los cristian@s que, como yo, se lanzan a los brazos de su religión para conciliar su insatisfacción, sus dudas y sus rechazos. Si este trabajo consigue llevar a algunos creyentes a vivir de forma diferente pero más auténtica y plena su relación de afecto y confianza con Jesús de Nazaret, y si consigue hacerles descubrir que no necesitan ninguna religión para ser excelentes cristianos, entonces no habrá sido inútil. 

Este estudio nace, pues, de una necesidad personal, o más bien de una curiosidad intelectual, de identificar e inventariar las causas que han llevado a la religión cristiana1 a alejarse progresivamente del "Camino"2 trazado por Jesús de Nazaret y que han llevado a su actual insignificancia en el mundo occidental. Esta obra trata de identificar las causas que, en Occidente, tras dos mil años de marcha triunfal, han llevado a esta religión a arrastrarse ante la indiferencia general de sus antiguos admiradores y practicantes, para los que ahora se ha convertido en una institución insignificante y caduca. 

No pretendo hacer un juicio de valor sobre el abandono de esta religión, sino constatarlo y analizar las razones que llevaron a sus antiguos adeptos a abandonar los referentes tradicionales de conocimiento, doctrinas y convicciones que esta religión les proporcionaba y que, durante siglos, dieron sentido, orientación y apoyo a la vida de los creyentes. 

Los antropólogos, etnólogos e historiadores son ahora unánimes en admitir que cada cultura tiene sus creencias básicas fundamentales, llamadas paradigmas, que funcionan como evidencias cognitivas elementales en las que todo el mundo está de acuerdo y que nadie piensa en cuestionar –tan obvias parecen–, y que permanecen incrustadas en lo más profundo del subconsciente colectivo. Estas evidencias cognitivas constituyen los parámetros sobre los que se construye la comunicación y el discurso humano en diferentes momentos de la historia. 

Un "paradigma" se presenta entonces como una arquitectura mental constituida por un conjunto de axiomas, postulados, principios elementales e hipótesis que son como los presupuestos fundamentales del conocimiento según los cuales se construye todo el edificio del saber humano de una época y una cultura determinadas y a través de los cuales las personas de una sociedad pueden dialogar, discutir, debatir, manteniéndose en el mismo ámbito de ideas que es común a todos. Un paradigma es, por tanto, una forma de representar la realidad, una manera de ver las cosas, de interpretar los fenómenos naturales, un modelo coherente de pensamiento basado en unos presupuestos cognitivos compartidos, experimentados y aceptados por todos3. Un cambio de paradigma en la historia de  la humanidad implica siempre una nueva forma de pensar, de concebir y relacionarse con la realidad y con el mundo en el que vivimos.

La introducción y el uso del término y el concepto de paradigma en el lenguaje científico, y recientemente también en el discurso teológico y religioso, se debe al éxito del libro de Thomas Samuel Kuhn La estructura de las revoluciones científicas (1962). Kuhn utiliza el término para indicar la uniformidad y la conformidad científica en un campo específico del conocimiento. La palabra ha llegado a referirse al conjunto de creencias, valores y técnicas que comparten en un momento dado los miembros de una comunidad científica y que orientan la investigación, identifican los problemas e indican lo que es aceptable como método y como resultado. 

En las últimas décadas se ha hablado mucho en algunos círculos culturales de "nuevos paradigmas" y de "cambio de paradigma"4. Las ciencias sociales y antropológicas modernas, así como las ciencias religiosas, están utilizando estas expresiones para indicar los grandes puntos de inflexión de épocas o tiempos en la historia de la humanidad que han provocado cambios radicales en la forma de vivir, pensar, ver, comprender, explicar y relacionarse con la Realidad. 

Cambiar de paradigma es un poco como mudarse a otro planeta, porque el antiguo, por diversas razones, se ha vuelto inhóspito o inhabitable. En el nuevo planeta sobrevivirán todos aquellos que sean capaces de modificar sus procesos vitales para adaptarse a la nueva atmósfera y a las nuevas condiciones de vida. Los paradigmas de una cultura se componen entonces de todas las evidencias y axiomas que una sociedad ha desarrollado en torno a un núcleo central de intereses constituido por tres puntos fundamentales relativos a la naturaleza del ser humano (anthropos), la naturaleza y el cosmos (cosmos), y Dios (theos). Decimos entonces que cada época y cada cultura tiene su propia "cosmovisión", o su propio paradigma "antropo-teo-cósmico" (ATC). Los  paradigmas que compongan esta "cosmovisión" determinarán los tipos de relación que en una cultura tendrán entre sí la globalidad de estas tres realidades (ser humano, Dios y cosmos). 

 Hoy sabemos que la cosmovisión ha cambiado continuamente a lo largo de toda la historia de la humanidad, como resultado de la evolución y el progreso del conocimiento, y que por lo tanto los paradigmas con los que entendemos la Realidad también están en constante evolución y cambio. 

Este estudio pretende mostrar que los paradigmas de interpretación de la Realidad (o "cosmovisiones") vigentes en el Neolítico entraron, casi sin alteraciones, en el pensamiento de las grandes civilizaciones antiguas y, a través de ellas, a partir del siglo VI a.e.c., en la formación y estructuración del pensamiento bíblico. Estos mismos paradigmas, retomados posteriormente por la religión judeocristiana, constituyeron el trasfondo en torno al cual se tejió la formulación oficial de los dogmas, doctrinas y creencias del cristianismo que han programado toda la cultura occidental hasta nuestros días (al menos hasta la segunda mitad del siglo XX). 

Este estudio también quiere mostrar que el paradigma neolítico de comprensión de la realidad adoptado por esta religión sigue proponiéndose, fundamentalmente, con el añadido de varias creencias míticas adicionales, a los fieles del siglo XXI; y que este fenómeno está en la raíz de la deriva negativa que afecta hoy al cristianismo en general y al catolicismo romano en particular.

 1. En este estudio, cuando hablo de religión cristiana, de Iglesia, de Iglesia católica, de catolicismo, me refiero siempre al nuevo tipo de religión que surgió en el siglo IV con la Paz Constantiniana (año 313) y la transformación y alteración del movimiento espiritual puesto en marcha por Jesús de Nazaret (el "Camino"). La nueva religión, de inspiración y coloración cristiana, se configuró y estructuró sobre la forma imperial de autoridad, poder y pompa, así como sobre la recuperación de muchos elementos de culto propios de la religión pagana de la época. 

2. "El Camino" es el nombre original con el que el libro de los Hechos (9,2; 16,17; 19,9; 19,23; 22,4; 24,14) llama al movimiento espiritual resultante de la predicación y la actividad "profética" de Jesús de Nazaret. Antes de morir, el nazareno tuvo tiempo de hacerse con algunos seguidores. Por lo general, se trataba de personas sencillas y a menudo analfabetas, aficionadas a las ideas de su amo, a su sueño innovador y a su estilo de vida. Estos discípulos, tras la muerte de su Maestro, inspirados por sus valores y enseñanzas, pusieron en marcha el movimiento de renovación espiritual y humana que los primeros documentos cristianos llaman "el Camino". El "Camino" abierto por el Nazareno tuvo un enorme éxito, sobre todo entre las clases bajas más pobres de la sociedad judía de su tiempo, formadas por personas a menudo sin estatus ni derechos. Con el tiempo se daría a conocer y se extendería por todas las regiones del Imperio Romano. 

3. Siguiendo el pensamiento de Kuhn, se podría comparar el "paradigma" con una caja cuadrada que contiene toda la visión del mundo y la comprensión de una determinada época histórica. Normalmente, la gente corriente, así como los científicos de una determinada época, intentan encajar sus conocimientos, hipótesis y resultados de investigación en esta caja y consiguen que las piezas que introducen sean siempre cúbicas, para que todas se combinen y encajen perfectamente con el resto del contenido de la caja cuadrada, sin provocar huecos ni rincones de fricción. De este modo, el contenido de la caja queda homogéneo, uniforme, bien apilado y todas las piezas encuentran su lugar correcto en la caja cuadrada, en el orden y respeto del paradigma o forma que los científicos han adoptado unánimemente. 

Pero puede ocurrir que, con el paso del tiempo, se adquieran otros conocimientos, se hagan otros descubrimientos y experimentos que resulten más útiles, y que otros científicos, más jóvenes, más imaginativos y atrevidos, cansados de producir siempre piezas cuadradas que encajen perfectamente en la caja cúbica, quieran experimentar con nuevas formas y combinaciones, y que, de repente, descubran que con piezas redondas, triangulares, hexagonales, etc., pueden construir cajas y estructuras mucho más variadas, más originales y más interesantes que la vieja caja cuadrada, siempre igual e insufriblemente monótona. 

Por supuesto, es de esperar que los viejos científicos entren en crisis, que se vean sacudidos y desorientados por la forma de pensar y actuar de la nueva generación de científicos, que se sientan abrumados, que no puedan evitar reaccionar criticando los cambios, las innovaciones, los nuevos descubrimientos, las nuevas técnicas y los nuevos métodos. Pero, dado que las nuevas generaciones están construyendo sin duda un mundo mejor, con modelos mejores, formas más bellas, creaciones más útiles, más funcionales, más eficaces, más elegantes, los nostálgicos del pasado, si son inteligentes, no tendrán más remedio que conformarse y aceptar el carácter irreversible de la nueva situación. Cuando esto ocurre, es un mundo lo que desaparece y otro mundo nuevo lo que comienza. Ha habido un "cambio de paradigma". 

 4.  La palabra "paradigma" tiene su origen en la antigua palabra griega παράδειγμα (paradeïgma) que significa "modelo" o "ejemplo". La palabra en sí viene de παραδεικνύναι (paradeiknunaï) que significa "mostrar", "comparar" construido sobre δείκνυμι (deiknumi), "designar".

Comentarios