De Religión Digital
autor de Los científicos y Dios, Trotta 2016
Fallece Antonio Fernández-Rañada, que buscó siempre tender puentes entre Ciencia y Religión
| Leandro Sequeiros sj, presidente de ASINJA
Antonio Fernández-Rañada Menéndez de Luarca (nacido en el año 1939 en Oviedo y fallecido el 19 de mayo de 2022) era muy conocido dentro de la comunidad científica por ser un destacado físico español. Se licenció en Física en la Universidad Complutense de Madrid , y se doctoró en la Universidad de París , en 1965, con una tesis sobre partículas elementales titulada Causalidad y Matriz S, bajo la dirección de François Lurçat .
Con una segunda tesis, titulada Propiedades analíticas en la difusión pión-nucleón y dirigida por Alberto Galindo Tixaire, obtuvo también el doctorado en la Complutense en 1967. Trabajó en la antigua Junta de Energía Nuclear, actualmente Centro de Investigaciones Energéticas y Medioambientales , CIEMAT.
Un gran científico
Fue profesor agregado de Mecánica Cuántica en la Universidad de Barcelona, y de Física Teórica de la Universidad Complutense de Madrid; después, catedrático de Física Matemática en la Universidad de Zaragoza y catedrático de Mecánica Teórica y de Física Teórica de la Complutense, donde ocupó la cátedra de Electromagnetismo.
Es premio de Investigación en Física de la Real Academia de Ciencias (1997), así como Medalla de la Real Sociedad Española de Física (1985). Ha recibido el Premio Internacional de Ensayo Jovellanos (1994) y la Medalla de Plata del Principado de Asturias (1999). Fue presidente del Consejo de las Artes y las Ciencias del Principado de Asturias y de la Real Sociedad Española de Física, y es miembro del Consejo de la European Physical Society . Ha formado parte del jurado del premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica.
Ha recibido Premios a su labor investigadora como el Premio de Investigación de la Real Academia de Ciencias (1977), la Medalla de la Real Sociedad Española de Física (1985). Ha sido también premiada su labor divulgadora: Premio Internacional de Ensayo Jovellanos (1995) y Medalla de Plata del Principado de Asturias (1999). Ha sido Presidente de la Real Sociedad Española de Física.
Más allá de la Física
Pero Fernández-Rañada no ha cerrado su inquietud intelectual y comunicadora a las ciencias duras. Rañada ha escrito varias obras de temas humanistas: Los muchos rostros de la Ciencia (1995) (por el que obtuvo en Premio Jovellanos); De la agresión a la guerra nuclear (1996), con J. Martín Martínez; y ha escrito además libros y artículos de investigación en su especialidad universitaria.
Su gran esfuerzo interdisciplinar: “Los científicos y Dios”
Uno de los ensayos de Fernández-Rañada que más éxito ha tenido es su ensayo Los científicos y Dios, La primera edición es del año 2000, pero en 2008 se publicó una segunda edición, muy modificada respecto a la primera. Y en el año 2016 salió de las prensas de Trotta una reimpresión de la segunda edición.
Según consta en la información de la editorial Trotta, aunque los fundadores de la Revolución científica fueron un grupo de pensadores sinceramente creyentes, en el siglo XVIII se inició un proceso de alejamiento entre religión y ciencia, interpretado por algunos como un enfrentamiento inevitable en el que aquélla sería superada por el inmenso poder de ésta. Fruto de una exaltación del reduccionismo científico es la honda fractura que sufre la cultura contemporánea entre quienes pretenden rebajar el papel de la razón y quienes aspiran a revivir con exactitud la pureza de los primeros ideales ilustrados. Sin embargo, en contra de un estereotipo muy extendido, muchos científicos siguieron sintiendo la seducción del enigma de Dios, reflexionando sobre él hasta el punto de elaborar sistemas muy personales de creencias, movidos por el asombro que en ellos producían las leyes de la naturaleza.
Este libro analiza las posturas que mantuvieron ante la idea de Dios y la trascendencia un número de grandes científicos como Faraday, Maxwell, Darwin, Einstein, Planck, Monod, Feynman o Hawking, entre otros. Partiendo de sus testimonios, es posible revisar el problema de las relaciones entre ciencia y religión para conciliar dos necesidades acuciantes: mantener a la razón como un elemento imprescindible para conocer el mundo y resolver sus graves problemas, por un lado, y no olvidarse nunca del sujeto en aras de la objetividad, por el otro.
Una mente abierta a otras posibilidades de ser
Los dos primeros capítulos del ensayo Los científicos y Dios están destinados a presentar dos mundos que se comparan entre si. Por una parte, el mundo de la ciencia cuyos defensores se aferran más a su método experimental y al éxito de las predicciones. En cambio, en el mundo de la religión, “las afirmaciones religiosas pertenecen más al ámbito personal que no está basado en ningún tipo de experimento reproducible” (página 22). ¿Cuáles son los contenidos de la ciencia y de la religión? A la primera podemos atribuirle los modelos del Universo que se han ido desvelando a lo largo de los siglos y que describen las ciencias particulares. A la segunda corresponde dibujar con detalle los modelos de Dios que han dado lugar a los diversos tipos de hombres religiosos –teísta, politeísta, panteísta, fideísta, deísta, agnóstico y ateo– y a las diversas clases de religiones, como son las orientales (budismo, hinduismo) y las occidentales (judaísmo, cristianismo, islamismo).
La reflexión filosófica desde la fe religiosa
El profesor Fernández-Rañada nos hace caer en la cuenta de que en el diálogo ciencia-religión no se limitan los participantes a la mera exposición de datos, sino que aparecen argumentos de carácter filosófico. Por ejemplo, en el apartado “Explicación materialista de las religiones” (paginas 24-30) se refiere a quienes interpretan la religión como un producto de la evolución de las especies, según la opinión de Eric Fromm, Jacques Monod, Michael Ruse y Richard Dawkins. El punto de vista de estos autores es reduccionista, es decir, solo admiten el conocimiento que proviene de la experiencia sensible y reducen todos los fenómenos a las leyes físico-químicas.
Aquí ha habido una irrupción de la filosofía positivista en el campo de la religión, de la misma manera que el positivismo irrumpió en la ciencia, reduciéndola a datos observables y leyes numéricas. Pero también encontramos en el libro de Rañada un párrafo que sorprende por su visión profundamente teísta: “Filosofía griega, teología medieval y revolución científica” (página 61). Aquí se insiste en la influencia de la filosofía griega y la teología medieval en el nacimiento de la ciencia moderna.
La filosofía griega había insistido en la armonía del mundo, y la teología medieval en la existencia de un Dios creador y racional. Estas interpretaciones de la ciencia están iluminadas por una filosofía que admite la existencia de Dios y el hecho de la creación por un ser inteligente que impone leyes universales a sus creaturas. Estas formas de utilizar una determinada filosofía para criticar la ciencia o la religión nos llevan a plantear el problema epistemológico fundamental para el diálogo ciencia-religión.
Sabemos que la ciencia se apoya en la experiencia sensible y en modelos matemáticos para representar el Universo; pero este método no se puede aplicar al hecho religioso, porque éste no es objeto de una experiencia sensible. Las realidades que presenta la religión son objeto de una experiencia interna que no es repetible (aunque es comunicable a otro sujeto por medio del lenguaje). También se ha indicado que la ciencia hace preguntas sobre el cómo y la religión sobre el porqué y para qué. Luego aparentemente los dos mundos son inconmensurables, en el sentido de que no se pueden comparar ni en el método ni en el objetivo.
Pero la ciencia admite una interpretación y una justificación filosófica que ha dado lugar a una filosofía de la ciencia. De la misma manera, la religión ha sido sometida a un análisis crítico y a una fundamentación filosófica que ha dado lugar a la filosofía teísta y a la teología. Entonces, la filosofía es el puente común que acerca los mundos de la ciencia y de la religión, porque puede responder a preguntas sobre qué es la realidad subyacente a ambos mundos, sobre si existe una relación de causa-efecto entre el Dios de la teología y el mundo de las cosas creadas, y sobre si se puede afirmar que el Creador haya impuesto una finalidad en los seres vivientes. Evidentemente al responder a estas preguntas entra en juego la postura filosófica de cada interlocutor.
Temas para seguir dialogando con Rañada
En el último capítulo, Fernández-Rañada presenta varios temas que están actualmente en discusión y que son susceptibles de un análisis tanto científico como teológico utilizando la plataforma filosófica común a ambos, pero cuyos resultados son todavía prematuros dada la magnitud de los temas.
Resumamos algunos de ellos:
a) El cientificismo. Exagera el papel de la ciencia porque todo lo quiere supeditar a ella: conocimiento, sensibilidad, ética. Según Weinberg “los científicos deben estar orgullosos de sus logros transnacionales y transculturales”. Y Monod y Wilson reducen todo lo referente al hombre a la conjunción de su patrimonio genético y a su entorno. Como consecuencia, el concepto de persona no tiene ningún significado. Si queremos analizar las posturas de estos científicos nos encontraríamos que éstos profesan una filosofía reduccionista (materialista).
b) El hechizo de una sabiduría total. Ya en la antigüedad los griegos intentaron explicar toda la naturaleza a partir de los cuatro elementos. En la edad moderna, Newton y después Laplace creyeron que todos los movimientos del sistema solar se podían predecir a partir de las ecuaciones de Newton. Algunos científicos creen que algún día se llegará a explicar todos los fenómenos del Universo con una sola ecuación. Los defensores de la teoría de supercuerdas la denominan “la teoría del todo” porque confían que logrará explicar todos los fenómenos de la naturaleza. ¿Quién se atreverá a dialogar con estos científicos si no admiten que la ciencia puede tener lagunas?
c) ¿Es posible explicarlo todo? A algunos les parecerá que se puede responder afirmativamente, pues basta profundizar en los principios para encontrar uno del que se deriva lógicamente la respuesta. Para otros esto no es posible, porque se encuentran preguntas que no tienen respuesta como la pregunta de Leibniz “¿por qué existe algo y más bien la nada?”
d) El teorema de Gödel, según el cual todo sistema formal de axiomas y reglas de inferencia incluye necesariamente afirmaciones que no se pueden probar ni refutar dentro del sistema. Si se admite que las matemáticas y la física teórica se sustentan en el mismo corpus philosophicum que la teología, este teorema viene a corroborar la idea de un Dios creador que supera nuestros mecanismos de conocimiento finitos.
e) ¿Llegarán a pensar las máquinas? Cada nuevo avance de la informática pone al rojo vivo la discusión, pero como en otros casos todo depende de la filosofía subyacente, Una filosofía reduccionista intentará probar que el cerebro actúa como una máquina. Otra postura vitalista defenderá que los actos de la libertad y de la adaptación a una situación determinada y oscilante nunca podrán ser realizados por una máquina.
Después de tan largo camino, la amistad necesaria parece la mejor solución en la que todas las partes saldrán beneficiadas: las ciencias, la filosofía y las religiones.
El contexto intelectual (científico, filosófico y teológico) de Antonio Fernández-Rañada
Para valorar el ensayo Los científicos y Dios (Trotta, 2016) conviene acudir al escenario de la obra y al contexto intelectual de Fernández-Rañada. Cuando se publicó la segunda edición de Los científicos y Dios, en otoño de 2008 se cumplieron 60 años del famoso debate transmitido por la BBC entre el jesuita F. C. Copleston y el matemático y filósofo Bertrand Russell.
El auge del positivismo lógico en los inicios del siglo XX propició un conflicto insalvable entre Ciencia y Religión. Pero en los últimos años del siglo XX, daba la impresión de que se había distendido la tensión. Por una parte, el positivismo lógico dejaba espacio a otras epistemologías, y por otra, los científicos eran menos dogmáticos en sus afirmaciones sobre las posibilidades de acceder a la verdad sobre la naturaleza mediante el método científico.
Incluso en muchos casos, tendían una mano hacia otras fuentes de acceso al conocimiento del mundo y prestaban atención a la filosofía y a las religiones. La palabra “diálogo” e “interdis-ciplinariedad” parecían talismanes anunciadores de una nueva era de entendimiento.
Otro elemento colabora a la construcción del contexto del ensayo Los Científicos y Dios: los últimos años del pontificado de Juan Pablo II, si bien acentuaron el conservadurismo moral, fueron años fecundos para el diálogo con los científicos. Juan Pablo II impulsó a través de la Academia de Ciencias Vaticana el diálogo entre ciencia y religión.
En un texto de Juan Pablo II de 1987, con ocasión del centenario de la publicación en 1687 de los Principia Matemathica Philosophiae Naturalis del gran físico y teólogo heterodoxo, Isaac Newton (1687), leemos: “la ciencia puede purificar a la religión del error y de la superstición; la religión puede purificar a la ciencia de idolatría y falsos absolutos. Cada una puede atraer a la otra hacia un mundo más amplio, en el que ambas puedan florecer”.
Buscar las raíces del conflicto en el siglo XIX
En los últimos años del siglo XIX, John William Draper (1811-1882) [autor de la famosa History of the Conflict Between Religion and Science. New York: D. Appleton, 1874] y Andrew Dickson White (1832-1918) [autor de A History of the Warfare of Science with Theology in Christendom, 2 vols. (1896)] defendieron la tesis del conflicto irresoluble entre la ciencia y la religión, entre el pensamiento racional sobre el mundo natural y el pensamiento teológico de las religiones.
La revista de Difusión de la Investigación de la Universidad de Valencia, Mètode, ha publicado en su Anuario-2008 diversas aportaciones a los aparentes conflictos entre las ciencias y las religiones. Por lo general, los enfrentamientos han girado históricamente alrededor de cuatro grandes problemas: el origen del universo, el origen y la historia del planeta Tierra, el origen y evolución de los seres vivos, y la emergencia y evolución de la condición humana.
En esta primera década del siglo XXI, el debate entre la ciencia y la religión se recrudece. Si hace 30 años, el llamado creacionismo científico parecía dominar en este panorama intentando demostrar que la Creación era un dato científico, en el siglo XXI ha surgido el llamado diseño inteligente (ID) como supuesta alternativa al evolucionismo materialista.
Para los profesores Johnson, Behe y Dembski, defensores a ultranza de la necesidad científica de un Diseñador de la “complejidad irreductible” del universo, la mayor parte de la comunidad científica apuesta por una interpretación no religiosa de los procesos naturales. Dios queda, en frase de Dawkins, cada vez más arrinconado en el campo de las ciencias. Y un Dios innecesario es un no-Dios.
Fernández-Rañada y los conflictos hoy entre Ciencia y Religión
Presentado el contexto general de las relaciones entre las Ciencias y Dios, presentamos la situación en el momento actual.
¿Cuáles son los grandes temas de conflicto hoy entre Ciencia y Religión? Este asunto es objeto de un proyecto actual que llevan a cabo el Observatorio Vaticano y el Center for Theology and Natural Sciences (CTNS) de Berkeley. En 1987 tuvieron un Congreso Internacional con ocasión de los Principia de Newton. El proyecto que llevan a cabo ha dado lugar a cinco volúmenes de 400 páginas cada uno: Cosmología cuántica y leyes de la naturaleza (1993), Caos y complejidad (1995), Biología evolutiva y molecular (1995), Neurociencia y la persona (1999), Mecánica cuántica (2001).
Estos temas tienen implicaciones muy radicales para el creyente. Pero mi opinión es que la fragilidad de la creencia no suele llegar hoy por estas cuestiones intelectuales sino por dos caminos: a) el impacto de unas determinadas pautas culturales (emanadas de la cultura dominante del consumo y del bienestar individualista) y b) las repercusiones éticas de muchas intervenciones del magisterio de la Iglesia (la píldora, el aborto, la homosexualidad, las relaciones sexuales, el divorcio,... ) Precisamente, en los primeros días de abril de 2003, una comisión Vaticana ha publicado un grueso diccionario en el que se contienen estos tópicos en un lenguaje poco dialogante.
La tesis del conflicto entre racionalidad científica y religiosa es la visión más extendida entre los historiadores y los científicos del siglo XIX. Así lo defendieron John William Draper y Andrew Dickson White, ya citados. Los partidarios de la tesis de la independencia de las relaciones entre Ciencia y Religión reflejan su postura en libros como God and Nature. Historical Essays on the Encounter between Christianity and Science, publicado en 1986, editado por David C. Lindberg y Ronald L. Numbers, profesores de Historia de la Ciencia y de la Medicina de la Universidad de Wisconsin, que rechazan las tesis extremistas de Draper y White.
Pero también son críticos con la obra de Reijer Hooykaas (1906-1994), Natural Law and Divine Miracle. The Principle of Uniformity in Geology, Biology and Theology (1959), donde defiende la compatibilidad del concepto bíblico de la naturaleza con la biología y la geología del siglo XIX. De alguna manera, la comunidad científica se encuentra comprometida en un proyecto apasionante: explorar las posibilidades de acercamiento entre Ciencia y Religión, como visiones del mundo que aparentaban incompatibilidad.
Conclusión
La idea del universo fundada en los hechos empíricos es lo que se conoce hoy como “modelo cosmológico estándar” (MCE) que describe un universo nacido en un Big bang singular que probablemente acabará muriendo térmicamente en un lejano futuro de expansión indefinida (el MCE es admitido por la casi totalidad de los científicos, pero es discutido por minorías que siguen el universo estacionario de Hoyle, los quasars de Arp, o el universo de plasma).
Además, autores relevantes del teísmo crítico cristiano, como George Ellis y William Stoeger, defienden la teoría de los multiversos (lo mismo que otros muchos defienden la teoría de cuerdas). Para ellos, que Dios hubiera querido crear a través de los multiversos formaría parte del diseño creador de un cosmos “co-creador” de sí mismo, de un proceso autónomo orientado al ocultamiento de Dios y a la libertad. Todo esto también lo ignora Richard Dawkins.
En este sentido, las aportaciones del profesor Antonio Fernández-Rañada en su ensayo Los Científicos y Dios (Trotta, 2016) aporta datos muy importantes para un diálogo interdisciplinar entre científicos, filósofos, y teólogos.
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