EL POSTEISMO COMO SUPERACIÓN DIALÉCTICA DEL TEÍSMO
“No te harás imagen alguna de Dios, oirás su voz” (Dt. 5,8-10 y Dt. 4,12)
INTRODUCCIÓN
Muchas personas al oír el término posteísta piensan que se está abandonando a Dios. “Después de” viene a ser como una despedida. Pero el posteísmo no es ateísmo. Es, con toda complejidad, el paradigma que está remplazando al teísmo. Defínese éste como la creencia en un Dios, en griego Theos, considerado como un ser supremo convertido en un ente más, un “algo” o “alguien” que nos ha creado y regula nuestras vidas, eminentemente superior a todo lo existente, que depende de él.
El posteísmo es su antítesis y superación. Otra forma de creer, de vivir con confianza y desde una conciencia más elaborada socialmente. El posteísmo no es la negación de esa dimensión de trascendencia con la que la conciencia busca superar la muerte y el mal y enriquecer la vida al conceder a la realidad un valor más profundo o consistente que el percibido a primera vista. Es también un espacio mental y social de convergencia de las múltiples formas de religiosidad o un lugar de encuentro ente el ateísmo y el teísmo, hasta ahora en confrontación y en diálogo más o menos fructífero.
En esta conferencia explicaremos este tránsito o cambio de paradigma. Analizaremos más extensamente qué es el teísmo y en concreto el teísmo cristiano, cómo se gestó, se desarrolló y desvirtuó, las razones de su minoritaria reinvención y creciente abandono y expondremos el nuevo modelo posteísta, sus rasgos y motivos de aparición. En una tercera parte responderemos a la necesidad de crear nuevos relatos que porten una mejor integración de las dimensiones simbólicas y empíricas, de la vida, la ética y la felicidad y reformularemos las expresiones religiosas en un lenguaje menos sobrenaturalista y extraño.
1. EL PARADIGMA TEÍSTA, “Creo en Dios padre todopoderoso…” (Credo católico)
La creación de un Ser Supremo, Dios o Theos
Según dicen los historiadores y arqueólogos parece ser que fue así, que los humanos expresaron la madurez de su conciencia, el ansia de plenitud, el temor ante las catástrofes naturales, la reclamación de justicia o los deseos de fraternidad, sea lo que sea, forjando en sus mentes un ser supremo, absoluto, que los protegía, daba satisfacción a sus necesidades y anhelos y garantizaba el orden social dictando la moral y premiando o castigando. Algo así como un poderosísimo jefe supremo de la tribu por encima de todo y respetado absolutamente por todos.
Llamamos “teísmo” a la creencia en este ser supremo o Dios. Ha sido la gran invención de la humanidad y ha producido grandes beneficios y también violencia y desigualad. El Teísmo surgió hace unos 7 milenios, en la edad de los metales cuando las tribus primitivas empezaron a asentarse en ciudades. Al principio llamaron a ese poder de muchas maneras y le dieron forma de lo que para ellos era lo más importante, el sol, el ganado, la fertilidad, etc. Posteriormente la relación con dicho Ser, que llamamos religión, se fue purificando y adquirió expresiones más racionales y fecundas. Hoy las religiones experimentan tensiones con la secularidad, la ciencia, la cultura y las formas de vida, lo que no quita para ser tenidas como algo valioso y ser cultivadas en la mayor parte el mundo. Algunas minorías, cada vez más extensas las sienten con indiferencia y en algunos casos como molestia o imposición.
Esta situación se da sobre todo en el mundo occidental desarrollado. Parece como que la vida moderna quiere deshacerse de todo lo metafísico, lo que no es perceptible, renunciar al teísmo y abrirse a unas formas de vida orientadas al bienestar, a las relaciones humana y al mundo virtual. El paradigma del teísmo está sufriendo resistencias externas que le obligan a una remodelación. Una nueva configuración del sistema que responda a esa presión o estímulo
La renuncia a la imagen de Dios, objetivo y descriptible no es nueva. Hunde sus raíces en nuestra más antigua fuente religiosa, en esa sentencia del Deuteronomio que nos dice: “No te harás imagen alguna de Dios, oirás su voz” y en esta otra también muy conocida del maestro Eckhart: “Oh Dios, libérame de mi Dios”.
No te harás imagen alguna de Dios, ni la del Gran Misterio de la Salvación, esa secuencia temporal de grandísimos milagros tales como la encarnación de un Dios, su muerte física y su salida de la tumba ya resucitado. Un inmenso mito que hemos interpretado literalmente muy en contra de la prohibición de Deuteronomio que nos sugiere más bien “oír su voz”. (Dt. 4,12.16; 5,11).
“Oíais su voz pero no lo veíais”. J. Porfirio Miranda, uno de los primeros teólogos de la liberación, interpreta la prohibición como una llamada a no objetivar a Dios y a dejarse interpelar por Él. “El Dios verdadero no es algo que podamos asir o contemplar o tematizar; la verdadera trascendencia nos coloca más allá de las categorías del ser y de todas las extrapolaciones del ser; Yahvé no está ni entre los existentes, ni en el ser unívoco, ni en el ser análogo, sino en el implacable imperativo moral de justicia” 1 .
La imagen lleva a la idolatría, la voz invita a la liberación y a ponerse en el lugar de los pobres, que es donde puede oírse el eco de la divinidad. No podemos hacernos imagen alguna de Dios, tomar su nombre en vano; ni en serio, como si lo dijéramos con verdad. Pero sí podemos dejarnos interpelar y escuchar.
La acción compasiva es el incondicional común que nos une a teístas y ateístas. Esto es algo que han comprendido otros teólogos recientes, como Paul Knitter, católico (Sin Buda no podría ser cristiano) y John Hick, de la Iglesia Reformada (La metáfora del Dios encarnado), que representan un esfuerzo común por aunar una teología plural de liberación con los nuevos paradigmas ecológicos y posreligionales. La liberación económica y política, y especialmente la liberación integral, son demasiado grande para una sola nación, cultura o religión.
El Misterio de la Salvación o teología teísta católica
El teísmo cristiano toma forma en el Misterio de la salvación o Redención. La redención es el eje central del cristianismo. Dios Padre omnipotente, se desdobla creando el mundo y encarnándose en él en forma humana. Un pecado infinito de desobediencia por parte de las creaturas obliga a un castigo y a un pago sangriento para la resurrección y vuelta a la condición divina tirando de toda la humanidad con él. ¿No es un poco rocambolesco? Se trata de un mito y de él hay que quedarse con el significado y no la letra. Lamentablemente la letra se hizo libro sagrado, intocable.
Recuerden ustedes el cuadro de Peter Brueghel, “El camino al calvario” y sobre todo la película del mismo tema “El molino y la cruz”. Dios mueve la gran rueda del mundo dese su torre giratoria para verlo todo omniscientemente y vigilar las faenas humanas en el llano y sobre todo para contemplar el paso de una gran procesión al calvario donde parece ser se va a ajusticiar a Jesucristo, su hijo para la salvación del mundo. Dios es el molinero, arriba en su atalaya, que muele las voluntades humanas y es amado y temido por todos, impasible ante el mal y muy seguro del éxito de su creación.
El Misterio de la Salvación y su correspondiente construcción detallada, es la “respuesta” a la necesidad y al anhelo de sentido, al paréntesis de la vida, a la limitación o contingencia y sobre todo al mal y a la muerte que parecen insuperables. Es especialmente reconfortante para la remisión del “pecado” y la culpa, tranquilizador de la ansiedad y el miedo y consolador ante el pasado perdido y el sufrimiento de las víctimas inocentes.
Pero ofrece esta respuesta como un compendio de hechos reales venidos de un mundo paralelo literalmente descrito por la Revelación. Y entonces el creyente se puede encontrar pareciendo un extraño en el mundo de hoy, hablando en el vacío, o contradiciendo el sentido común y la ciencia y topándose así con sinsentidos muy serios. El más llamativo de estos equívocos consiste en identificar la fe como un “creer lo que no se ve” en lugar de “creer a favor y a pesar de lo que se ve”.
El misterio de la salvación no es sino una “Gran Metáfora”. Su valor radica en dar una salida a las grandes cuestiones, su error en explicarlo de modo realista. La “Salvación” además de su indefinición y su remisión al ámbito de lo sobrenatural, no es una secuencia temporal de inmensos acontecimientos milagrosos: la preexistencia del Logos de Dios, la Creación paradisíaca y bondadosa, el pecado infinito del ser humano, la Redención del Hijo de Dios encarnado para justificar la bondad del Padre Omnipotente y Creador que nos rescata por la sangre del Hijo y su Resurrección. Y etc. etc. Son contenidos míticos de la fe que aun cuando no son ya interpretados como dogmas, sin embargo se siguen proponiendo como hechos reales paralelos a la dinámica natural de la realidad. El año litúrgico conmemora este desdoblamiento antes que la maravilla real de la naturaleza
La moderna teología ya no se centra tanto en el paradigma redentor, dualista, literalista y divorciado de la ciencia. Está evolucionando hacia a un paradigma monista, liberador, eco-centrado, de innovación, simbólico y ensamblado con la ciencia. El 5 Misterio de la Salvación, dice, es una desviación del mensaje liberador de Jesús de Nazaret. Pero el teísmo subsiste. .
La Biblia no tiene razón sino alma
Hoy no se acepta que la verdad provenga de una revelación. Hoy sabemos que toda información pasa por nuestra conciencia y que ésta es una función del cerebro. Que el creer no es superior al saber porque el saber tiene una metodología tan exigente y abierta que es la creencia concreta la que tiene que edificarse sobre él y no a la inversa.
La lectura de los escritos de Rogers Lenaers, John Shelby Spong y John Hick, por citar algunos autores, ha traído un derrumbe del lenguaje y de las convicciones religiosas. No son ideas nuevas, Bultmann y las teologías de la secularización y de la muerte de Dios les precedieron en el siglo pasado. Sin embargo cierto ocaso de la Teología de la Liberación, el sorprendente avance de la ciencia, el laicismo, el pluralismo religioso y la razón posmoderna han actualizado las sacudidas. Para esos cristianos renovadores los contenidos de la religión son mitos convencionales, narraciones en las que el ser humano crea al Dios que les creó. Las ceremonias sacramentales les parecen rituales ancestrales y sienten que han sido objeto de un bienintencionado error. Ven el cristianismo como una gran construcción simbólica paralela y contraria en muchos aspectos al significado de Jesús y al mundo actual.
La Biblia no puede ser leída literalmente y en exclusiva. Recientemente las investigaciones arqueológicas muestran una Torá elaborada por los escribas del Rey Josías, funcionarios de un pequeño pueblo de cananeos en el siglo VI a. e. para refundar la identidad israelita, para engrandecer los orígenes del pueblo de Israel y legitimar el reino. Ya no es un relato ancestral del origen de los tiempos. Son muchas las veces que se ha leído el éxodo como ánimo para la lucha, como modelo de liberación, otras tantas las que se ha proyectado la piadosa imaginación sobre el portal de Belén u otras secuencias para asimilarse al modélico Jesús o para interiorizar la gracia definitiva de la salvación. Y ahora resulta que no ocurrieron así.
¡Cuánto se ha inspirado la piedad y la teología en los mitos del Génesis y cuánto la teología de la liberación en la salida de Egipto y en todos los demás acontecimientos maravillosos del Éxodo! La misma institución de la Eucaristía o cena de Jesús no fue una renovación del rito pascual judío sino una cena de despedida en un contexto de persecución. Y podríamos seguir con otros ejemplos. Es sabido que los evangelios de la infancia fueron elaborados o inventados con algún testimonio y múltiples referencias a las costumbres descritas por la antropología comparada. Fundamentalmente para magnificar el origen de Jesús. Véase por ej. el simbolismo numérico en la genealogía de Jesús o los sugerentes relatos de la huida a Egipto, los Magos, etc. Y recordemos la interpretación de Saramago de la huida a Egipto como una traición de José que no avisó a otro padres del anuncio de la matanza
Llega un momento que el conjunto de interpretaciones ha creado un relato distinto. Qué hacer entonces cuando hay tanto que discriminar, tanto que traducir y actualizar. Pues no cabe otra actitud que remitirnos desde el “espíritu”, la bella y buena 6 razón, a su intención de fondo: el contagio de la esperanza y de las nobles actitudes de justicia y liberación, la animación para el acompañamiento de la vida con mensajes reconfortantes. Pero entonces no es la Biblia “la que tiene razón”. Más bien tiene alma, y comparte su luz con otras muchas palabras, artes y figuraciones donde la belleza provoca una conmoción interior que dice “hace buen tiempo, hace Dios”, salgamos del Arca.
La Historia Sagrada y la Gran Historia.
No se puede seguir con el Misterio Pascual para explicación la realidad. Si alguien encuentra allí el simbolismo necesario y reconfortante para la trascendencia de su moralidad, que se dé cuenta al menos que es una metáfora. Junto a él conviven otras muchas historias o interpretaciones más o menos realistas que se convierten en mitos. Hoy las ciencias y las artes nos proporcionan una mejor base para la elaboración de relatos universales que nos unen en proyectos de paz y profundo bienestar. Uno de ellos es la teoría de la Gran Historia.
La nueva teoría de la Gran Historia2 puede ser una cosmovisión más acertada y universal que la que aparece en "La historia Sagrada" de la Biblia. Esta teoría explica la realidad en su genealogía cósmica, vital y cultural y es fruto de la interdisciplinariedad de las ciencias y de otras sabidurías. Por tanto un punto de partida común para anclar posteriores relatos religiosos y cooperar ante los retos ecos sociales y tecnológicos.
Satisfacemos nuestros anhelos y dudas existenciales con pequeñas historias, con experiencias parcialmente gratificantes, por ejemplo el trabajo bien hecho, un pequeño ascenso social, algunos sentimientos o gestos de honda bondad o belleza o relaciones de una gran plenitud emocional. Pero estas experiencias no constituyen por sí solas una respuesta global al misterio o la incomprensión. No se ha recompuesto todavía un relato general, similar al religioso, que explique todo de forma global, que incluya todas las miradas de la ciencia y de las sabidurías populares, que fundamente la acción y en última instancia que proporcione un sentido. Y aquí viene, en mi opinión, el valor y la función de este proyecto de la Gran Historia que puede llevarnos a una integración más elaborada y universal de las teorías científicas, de las experiencias socio personales y de los pequeños o grandes relatos que nos fabricamos para sobrevivir y amar. Si hasta ahora la cosmovisión religiosa, bíblica, teológica, era la subyacente y obvia información sobre el mundo o la realidad, insoslayable y verídica en cuanto fundada en la revelación divina, hoy se impone una base científica diferente, un mito-ciencia distinto para la comprensión y elaboración de respuestas verosímiles y motivadoras.
Ya no vale que una inspiración religiosa o una ideología particular imponga su modelo. En la visión integradora de la Gran Historia todos participamos de la misma incertidumbre, de la misma penuria de conocimiento y aproximación a la verdad y cada uno elabora su relato de felicidad y sus propuestas antropológicas y políticas según sus necesidades y deseos. El diálogo las unifi
Pero entonces nos preguntamos: ¿Dónde queda ese valor absoluto que tenía la “Palabras de Dios”? ¿Acaso la verdad es múltiple y relativa? Para responderlo hay que empezar aclarando que la verdad no es algo logrado para siempre, ni inmutable, ni venida de afuera de la conciencia. Un relato deja de ser pura ficción y adquiere un cierto valor de verdad cuando: no es contrario a la ciencia, es tenido como respetable por la universalidad de las personas, simboliza el bien y la belleza y motiva a ellas.
Parafraseando a Kant podríamos decir “cree o construye el significado de tu vida de tal manera que pueda ser tenido por todos como un valor, como algo positivo para la conciencia colectiva, para la belleza del mundo y el bien común. Por eso cuanto más arbitrario es un mito, aun estando dotado de gran belleza y aliento, menos se debe tener en cuenta su potencial de verdad y cuanto más cercano a la intersubjetividad crítica, mayor verosimilitud p semejanza con la verdad. No es lo mismo afirmar que una virgen se apareció a unos pastores en un árbol que ensalzar a aquel pastor que deja 99 ovejas para recoger a una que estaba perdida.
El magisterio eclesiástico, erre que erre
El magisterio de la Iglesia, los concilios ecuménicos, la verdad infalible del papa, el discernimiento exclusivo de los obispo como herederos legítimos de los apóstoles, los dicasterios dogmáticos del Vaticano como depositarios de la vedad revelada, prolongaron el literalismo que acompañó a las primeras lecturas de los evangelios. Escritos al modo judío, midrásico, por la segunda generación de incondicionales del Camino de Jesús consolidaron esta manera de entender el seguimiento. La descripción sustituyó al símbolo. La sujeción de la conciencia a la libertad de pensar. La seguridad de la revelación a la libre inspiración de la bondad.
Enumero ahora algunos de los supuestos que han traicionado la inspiración de Jesús y concretan su forma teísta.
1. La lectura literal de los textos evangélicos y en general de toda la Biblia obviando su naturaleza simbólica y la exégesis más actual.
2. La concepción dogmática de la verdad, no fundada en el humilde ejercicio de la razón crítica sino en la soberanía de una comunicación particular y sobrenatural o Revelación convertida en palabra absoluta de Dios.
3. Una noción todavía medieval de las relaciones entre la fe y la razón basada en la supremacía de la fe y la marginación del conocimiento científico.
4. Una comprensión sobrenaturalista del mensaje evangélico, del ser humano y de la realidad que conlleva un acentuado dualismo (Cfr. J.M.Vigil, “los dos pisos”).
5. Una concepción jerárquica del seguimiento de Jesús incuestionable y emanada directamente de la revelación divina y por tanto negativa frontal a la democracia en la toma de decisiones, organización y gobierno de la iglesia
6. La descendencia directa y sobrenatural de los apóstoles en los obispos. Lo que conlleva la atribución a los obispos de la máxima autoridad y de la prevalencia en el discernimiento
7. La superioridad de la ley divina y del derecho canónico sobre el consenso de la ética y los derechos humanos, entre ellos la igualdad de la mujer y las libertades individuales.
8. Una concepción del cristianismo como religión, respetuosa de las demás pero prevalente, y como institución paralela y de rango superior a las instituciones civiles
9. La identificación categórial de un Ser Supremo, asible por la mente humana de modo concreto con especiales atributos e intervenciones extrínsecas en la historia y en la naturaleza al margen de su natural dinamismo
Nosotros creamos al Dios que nos crea
Como síntesis de este tránsito podemos decir que “Nosotros creamos al Dios que nos crea”, (entiéndase que no hay un Dios que nosotros podamos objetivar y que la creación es más un símbolo que una explicación), y no sabemos por dónde empieza y por dónde acaba este círculo virtuoso. Sin embargo, sí podemos sentir que cuanto mejor recreamos a “Dios” mejor nos recrea. Acontece una creatividad que generamos y nos genera a la vez y hacia lo mejor. Es como un vórtice cada vez más hacia dentro y hacia afuera, cada vez más sentido, un movimiento cada vez más desinteresado y comprometido. Inspiración y expiración.
Así vivido, el “después de “Dios” o del teísmo, puede entenderse como el permanente dejar a Dios por Dios, la libertad de creer y crear la referencia primera de nuestra vida. Con la más sincera y bella razón o sentir, como hicieron nuestros antepasados al escribir una Biblia que luego se impuso como Revelación.
Esta libertad acerca de “Dios” me parece que es un rasgo básico de eso indefinido que llamamos posteísmo y reinicio del cristianismo, como lo fue hace 50 años la teología de la liberación. Cuando cambiamos la santidad por la compasión y no sin alguna sensación de traición al “principio y fundamento” consistente en alabar y bendecir a Dios y salvar el alma
2. LA SUPERACION DEL TEISMO EN EL POSTEÍSMO. “Oh Dios, libérame de mi Dios” (M. Eckhart)
1 El paradigma posteísta
El posteísmo por tanto se presenta como un paradigma sustitutorio del teísmo. El posteísmo es la renuncia a esa creación o construcción humana de lo sagrado separado de la vida real y constituyente de un mundo otro más allá de éste, al modo de las ideas platónicas, del desdoblamiento de la esencia humana que mentaba Feuerbach, de la gran ficción nihilista de que denunció Nietzsche, donde Dios era la clave de bóveda del resentimiento y de la alienación u opio de Marx. Todos estos sospecharon del cristianismo y no supimos, por el impacto tan fuete que supusieron, ver en ellos un aviso a nuestro probable fundamentalismo. Los teólogos de la secularidad y de la muerte de Dios son los que iniciaron el camino de escucha de otras voces. Y últimamente las 9 revoluciones biológicas, cuánticas y de la relatividad, así como el pluralismo han acabado por desmoronar el modelo teísta.
Rudolf Bultmann, el obispo Robinson, el profundo creyente Bonhoeffer, Tillich y los muy recientes Roger Lenaers y John Shelby Spong han ido dando forma progresivamente al tránsito posteista. Todos se consideran creyentes pero han abandonado esa imagen de Dios como Theos. Nos basta con recordar la primera tesis de J. S. Spong, o estas líneas de R. Lenaers. “Un mundo que ha llegado a tomar conciencia de su autonomía no puede sino ser a-teísta, no teísta, porque se ha liberado de la representación de un Theos que lo dominaba y decidía todo”. 3
Y comentando las conocidas expresiones de Bonhoeffer, “Debemos vivir como personas que se las apañan en la vida, sin Dios”, y “Vivimos sin Dios, ante Dios, y con él”, aclara: “Bonhoeffer utiliza la palabra “Dios” en dos significados distintos. Cuando escribe “vivir sin dios”, está refiriéndose a vivir sin la representación premoderna y heterónoma de Dios, sin el Dios-en-las-Alturas, sin ese Theos con el cual el ateísmo ha saldado ya sus cuentas. En cambio, cuando escribe: “Ante Dios, y con él”, utiliza el término Dios en el sentido del trascendente, Aquel a quien Tillich había ya descrito algunos años antes como “la Profundidad de la Realidad”. O como decía Einstein, la majestad que se oculta detrás de todo lo experimentable”
Así pues el posteísmo no es renunciar a la apertura de la conciencia, al valor de la vida, sino a según qué configuraciones o imágenes que la fundamentan. El posteísmo es un reconocimiento del Misterio innombrable, una apelación al polimorfismo simbólico, una aceptación de la incomprensión que siempre nos acompaña. Una llamada al anateísmo (Richard Kearney), a la superación de todo teísmo y ateísmo, al valor del aquí, paradójico hogar de un posible e improbable más allá que de momento solo está aquí.
Un vivir esperanzados en intermitencia, como si ese Dios existiera y como si no existiera. Una esperanza sin saber, una espiritualidad anónima. El posteísmo no encorseta la vivencia del misterio y permite una mayor autonomía al no sentirse coercido por una especial imagen. Puede ser acogido tanto por creyentes como por no creyentes, pues no presupone la afirmación ni la negación de lo divino. Equivale a un agnosticismo activo, digamos en-amorado. Un no saber que funde su vacío cognitivo en el vacío infinito, como una larga mirada a un horizonte sin figura, que por su imprecisión puede recibir toda inspiración de figura. Habría que llamarlo más bien pre-teísmo pues se queda en el paso previo y común de la indefinición del misterio.
El posteísmo no se contenta con una voz única, realista y exclusiva. Baste acudir a otros mitos para comprender que todo vale, con los criterios antes dichos, para expresar lo que no tiene palabas adecuadas. Este es el significado del término mís-tica, lo que se dice sin palabras. Valga como ejemplo esta ficción de creación parecida al mito de Adán y Eva, pareja solitaria bendecida, maldita y recreada. La alegre samba del mito delos Makiritare pueblo indígena del Amazonas venezolano.
La mujer y el hombre soñaban que Dios los estaba soñando. Dios los soñaba mientras cantaba y agitaba sus maracas, envuelto en humo de tabaco, y se sentía feliz y también estremecido por la duda y el misterio. Los indios Makiritare saben que si Dios sueña con comida, fructifica y da de comer. Si Dios sueña con la vida, nace y da nacimiento. La mujer y el hombre soñaban que en el sueño de Dios aparecía un gran huevo brillante. Dentro del huevo, ellos cantaban y bailaban y armaban mucho alboroto, porque estaban locos de ganas de nacer. Soñaban que en el sueño de Dios la alegría era más fuerte que la duda y el misterio; y Dios, soñando, los creaba, y cantando decía: -Rompo este huevo y nace la mujer y nace el hombre. Y juntos vivirán y morirán. Pero nacerán nuevamente. Nacerán y volverán a morir y otra vez nacerán. Y nunca dejarán de nacer, porque la muerte es mentira.4
A estos mitos se les ha atribuido el carácter de un Revelación divina y se aceptaba a pies juntillas como explicación real del mundo. La función propia de los sacerdotes y chamanes que los proferían era interpretar a Dios. Re- interpretar al que ellos habían construido según su interpretación previa, un círculo vicioso muy favorable para esas clases y figuras s privilegiadas. Y para legitimar los estados, sobre todas las monarquías y los imperios
La tradición bíblico-cristiana y otras similares lo lograron en gran parte. Por eso el posteísmo saca a Dios del absolutismo de los libros sagrados como la Biblia y lo devuelve sin nombre a la realidad. Resitúa los valores en otro lenguaje, especialmente aquel que tiene que ver con el reconocimiento de la compasión y de la resiliencia del bien. Hoy es problemático hablar de Dios con la osadía y las pretensiones de antaño o profesar una religión a todas luces inadaptada. Todo lo relativo a ese mundo borroso de “lo divino” tiene que tener una expresión y vivencia más adecuada, menos sobrenatural y más interna al discurrir de cada hecho vital.
El posteísmo quiere decir precisamente eso: el después de Dios o incluso antes de Dios, es contrario al absolutismo de una representación única. El posteísmo tienta hacia lo mejor con invitaciones libérrimas para encontrarse moderadamente con el bien sin coerciones absolutistas. Habría que llamarlo más bien pre-teísmo pues se queda en el paso previo y común de la indefinición del misterio.
Cómo se puede ser a la vez posteísta y creyente
En estos momentos de transición muchas formas teístas han ido ya desapareciendo. Comunidades y grupos ha priorizado de tal manera las dimensiones, compasivas, han caminado tan dentro de contextos seculares de gran generosidad que nombrar a Dios ha quedado muy eclipsado. Teísmo y posteísmo, ateos y creyentes conviven en la praxis social y medioambiental en una nueva espiritualidad de confluencia y compromiso. No así en el sistema económico-religioso donde Dios sigue siendo instrumentalizado.
En muchos países y ciudades van surgiendo grupos de creyentes sin religión, Ya llevan muchos años deconstruyendo la manera de pensar y la interpretación del mundo. Las prácticas religiosas han perdido significado para esas personas y al final están entrando en un modelo de esperanza posteísta y no dualista. Pero es difícil vivir sin imágenes y símbolos. Bonhoeffer acuño esa expresión, “sin Dios en Dios”, Y nos la repetimos una y mil veces; sin Dios, sin crear entes superiores incorpóreos, en Dios, viviendo aquí su realidad, su plenitud. Estas personas no son ateas, no niegan la trascendencia o sublimidad; ni son nihilistas sino que se adhieren a otras maneras de vivir en la realidad, en el misterio o en lo innombrable. No niegan ni afirman que haya un Dios, y ruegan una y otra vez que Dios les libere de su Dios.
Se esfuerzan en que todo valga la pena. No se resignan a la indiferencia, ni se entregan a absolutos. Aman el aquí. Sienten elevadas emociones y son compasivos como antes, pero sin hacerse dioses o dogmas. Buscan múltiples formas de llenar al vacío y de discernir las ficciones. Tratan de reducir la dominación de unos por otros. Dan todo por el bien y la belleza. Viven de la esperanza sin saber de qué, solo conscientes de algo desconocido que guarda o esconde el mismo esperar. Lo dan todo por el bien como antes, pero no se hacen imagen alguna de Dios.
El posteísmo no es ateísmo. Repitámoslo una y otra vez. Digámoslo cada vez que se retrae el sentimiento místico y aparece un nombre. El posteísmo es la renuncia a solucionar el misterio del aquí con la afirmación literal de un gran relato del allá. El nombre de Dios y su traducción religiosa, el teísmo, surge de la impotencia de desvelar el misterio, es su explicación inmediata. Al no comprender la inmensidad y la maravilla de cuanto somos y nos rodea acudimos a Dios como sabedor omnipotente que explica todo. En cada cosa que percibimos sentimos que su limitación nos desvela lo que le falta y nos llama a contemplarla en su plenitud y en relación con todo. Y esas ausencias o connotaciones en lo percibido, su misterio, es lo que nos llama a dar nuevos nombres a lo desconocido o ausente. Sin compromiso ontológico al principio luego se les otorga una realidad inmaterial. Es el encanto, la magia que una mirada instrumental o positivista no capta.
El tránsito posteísta, causas del paradigma posteísta y sus rasgos
a. Una nueva manera de entender el conocimiento
La postmodernidad se caracteriza entre otras cosas por la crítica al fundamentalismo, por la imposibilidad de dar una razón cierta y absoluta tanto de nuestro conocimiento como de la realidad. El conocimiento hoy tiene un carácter más empírico y procedimental. Para los más recientes epistemólogos no hace falta que los enunciados científicos sean estrictamente verificables o confirmados por la observación o los experimentos científicos; basta con que sean plausibles, es decir, que puedan ser sometidos a falsación.
Los paradigmas y programas de investigación son sustituidos unos por otros en lo que se llama una revolución científica. Y también ocurre parecidamente en la sociedad y la cultura con sus imaginarios colectivos y con sus convenciones y evidencias implícitas. Estos paradigmas son inconmensurables, no se pueden medir unos con otros, fundamentalmente porque no hay un tercero que sirva de criterio. Piénsese por ejemplo en el heliocentrismo o la teoría de la evolución. Y en nuestro caso en el teísmo.
Conocer esta evolución epistemológica nos puede servir de pauta en el análisis de la inversión religiosa que hoy se experimenta. La concepción de la creencia ha dejado también de ser dogmática y se interpreta más en términos de relato, de símbolo o metáfora. La ciencia hoy significa una construcción social de pensamiento racional organizado. (L. Sequeiros). Entonces la filosofía y las ciencias sociales también serían pensamiento riguroso o “científico”. Y las espiritualidades o religiones tendrán muy en cuenta su carácter de construcción social y simbólica con funciones menos explicativas y más actitudinales.
Por eso habrá que ser conscientes de la diversidad de lenguajes y usarlos con cautela. Procuraremos valorar en su justa medida tanto la ciencia como los relatos religiosos y políticos. Respetaremos el polimorfismo epistemológico y el pluralismo cultural y religioso.
El desarrollo científico, y su divulgación, es tan asombroso e incluso tan inquietante que nos lleva a preguntarnos con mucha frecuencia en qué mundo vivimos. ¿Cómo repercuten todas estas teorías científicas y epistemológicas en la vivencia espiritual y en la explicación racional de la fe? ¿Qué puede implicar esta visión unitaria de la materia y el espíritu evolucionando desde las formas más primitivas? Y ¿Cómo será el día de mañana cuando la evolución de la conciencia sea artificial?, ¿Dónde queda el ámbito sobrenatural?
b. Cómo concebimos hoy la realidad.
La visión de la realidad que la ciencia actual nos ofrece difiere notablemente de la de hace cincuenta años, por dar una fecha, todavía presente en la mayoría de la población. La visión antigua estaba construida sobre todo a partir de la física aristotélica corregida por la Nueva Ciencia del Renacimiento y el determinismo y positivismo del siglo XIX. Dichos rasgos reduccionistas y la resistencia de las Iglesias a ceder su autoridad fundada dogmáticamente en la “Palabra de Dios” y su interpretación descriptiva retrasó el cambio de la imagen del mundo.
Hoy ya y felizmente las nuevas teorías de la evolución de las especies, de la genética, de la relatividad y de la mecánica cuántica junto a la informática, las neurociencias y la inteligencia artificial, han modificado sustancialmente nuestra comprensión de lo que somos. La realidad es algo enigmático, inaccesible para nuestro conocimiento se presenta como algo incierto a la espera de ser medida y configurada. La indeterminación de la materia y el nuevo concepto de ley física como expresión de tendencias probables, impiden una imagen exacta del mundo y una concepción realista del conocimiento (I. Izuzquiza).
La realidad responde a la racionalidad matemática y a los modelos científicos, pero a la vez se comporta aleatoriamente en un caos ordenado que permite hacer generalizaciones de sus tendencias más probables. El viejo criterio unilineal de causa efecto hay que concebirlo ya como una tendencia de comportamiento y resultado de una combinación de múltiples interacciones.
Se impone un enfoque holístico y monista. Desde el nivel cuántico de la materia-energía hasta las formas superiores de conciencia todo responde a una misma realidad diferenciada progresivamente. El cosmos es un gran sistema con propiedades emergentes. La vida y la conciencia vienen dadas en un proceso de auto organización y complejidad de la realidad inicial.
El concepto de materia se aleja de lo cósico y se aproxima al concepto griego de elemento primordial. Pasamos de entender la materia como algo pasivo, bruto, a la materia-energía o materia dinámica. Más que masa es actividad, energía, movimiento.
La teoría de la evolución corregida y mejorada fija definitivamente nuestro origen en especies anteriores y abre una nueva comprensión que integra también la evolución cósmica. La interpretación secuencial de la historia como lugar de la acción divina o del eterno retorno, la reencarnación y otros mitos quedan muy en entredicho
Se difuminan las fronteras entre lo físico, lo vivo y lo mental. Sólo en los últimos grados de diferenciación y para una observación elemental el universo es diverso. La descripción del universo incluye, además de los hechos, los constructos matemáticos que los determinan. “Lo que se da” está constituido por materia y medida. No hay un mundo físico al margen de la observación y el cálculo matemático.
Como ejemplo de estos cambios decimos que El “Big bang” no es la creación, y que el bosón/campo de Higgs no es Dios, como tampoco el barro era la corporalidad humana y el soplo la divinidad que lo vitaliza. El “Big bang” y la Creación son referencias que se plantean en niveles epistemológicos distintos. Al hablar del primero, nos situamos en un nivel empírico, mientras que al hablar de Creación nos situamos en un nivel simbólico. Y así ocurre con otros mucho mitos.
Incertidumbre, relatividad y emergentismo
La reciente epistemología y la ontología consiguiente que de ella se deriva nos sitúan pues ante un mundo formado por una materia dinámica, energética, creciente en complejidad y ascendente hacia nuevas propiedades y funciones. Esta concepción monista acaba con el inmemorial dualismo materia-espíritu, cuerpo-alma, natural-sobrenatural, seres inertes, vivos e inteligentes, recordándonos nuestra común procedencia y constitución, genética y ambiental.
“…el universo moderno no es un universo de patencia-de-la-Verdad, sino un universo enigmático que nos coloca en la incertidumbre metafísica de no saber si su fundamento último es Dios o un puro mundo sin Dios.5
La ciencia y fe entran en otra relación más fructífera que el tradicional disenso o enfrentamiento. Hoy es imposible considerar a la ciencia como sirvienta de la fe. Tener como verdadera la Revelación y marginar la ciencia. Todo conocimiento es relativo, provisional y susceptible de falsación. Y en el orden de los significados la sabiduría o es compatible con la ciencia o está fuera de lugar.
Del mismo modo la materia ha dejado de ser esa sustancia física, pétrea, frente a nosotros, esperando ser iluminada por nuestra inteligencia o transfigurada por el espíritu. La materia es vacío cuántico que evoluciona formando galaxias, tejidos vegetales, sensibilidad y consciencia. El nuevo cristianismo no se asienta en el fixismo de la Creación sino en la emergencia y complejidad de los sistemas que se autoorganizan cada vez mejor. No cabe, si no es simbólicamente, y aun así, pues hay mejores símbolos, disrupciones por el pecado, el castigo o la nueva alianza, encarnaciones de Dios o resurrecciones de todo.
Debates sobre la realidad social
La realidad social se presenta tan compleja o más que el enigma del universo. El problema de la libertad, del sufrimiento y la desigualdad, la diversidad de culturas, las dificultades de entendimiento entre las personas, el sentido de la vida consciente y otras muchas grandes preguntas nos dejan muy perplejos y nos exigen muchas matizaciones.
Los últimos dos siglos han asistido a la pugna de tres grandes sistemas políticos: el liberalismo, el comunismo y el fascismo. El liberalismo ha triunfado y sus excesos han provocado un gravísimo deterioro del planeta, múltiples desplazamientos de población y una mentalidad de enriquecimiento y consumo a costa de cualquier cosa. Pero ha subsistido gracias a las correcciones comunistas y a plantar cara al fascismo.
El modelo social que avanza es la democracia del mercado regulado, social y ecológico. Sin embargo la globalización informacional del capital ha creado un sistema financiero muy potente que desborda toda capacidad de regulación. Las recientes tendencias nacionalistas e identitarias que cierran fronteras y dificultan la comunicación suponen un riesgo para la convivencia pacífica.
El gravísimo deterioro del medio ambiente nos descubre un paradigma de dominación y un antropocentrismo excluyente. El movimiento ecologista se une así a la crítica del patriarcalismo y al movimiento mundial por la liberación de la mujer. Son quizás los referentes más importante y transformadores en los últimos décadas. Se empieza a construir una ética universal a partir de los derechos humanos y la conciencia de dignidad. El sentimiento democrático se presenta como el valor incondicional en la sociedad laica. Teísmo y ateísmo ya no son posiciones relevantes y divisorias.
La precariedad, los relaciones liquidas, la levedad del ser, el e-hedonismo “yoísta”, la inseguridad y la frustración laboral, las nuevas formas de pareja y familia, el estrés y la urgencia de lo que no es tal y otros muchos rasgos describen una vida cotidiana muy alejada de la estabilidad y seguridad que daba el sistema social teocéntrico, teocrático y moralista de los siglos anteriores. La búsqueda de un mejor status social acapara los deseos de realización. Se vive de la aceleración, del ruido en todos los sentidos, de la complicación y de la futilidad.
Pero también es verdad que nunca la humanidad ha vivido mejor, ha tenido mejor salud y esperanza de vida y que la disuasión de los conflictos bélicos parece funcionar aunque subsistan inmensas lagunas de empobrecimiento, opresión y guerras locales. La realidad virtual se superpone al mundo real en un permanente entrar y salir de uno a otro, como en Matrix. Somos lo que nos comunicamos, lo que compramos y lo que nos vendemos en la red. Y Google lo sabe.
El transhumanismo o creación de un ser humano artificial asoma en algunos reportajes periodísticos y se va erigiendo en el gran reto después de la superación de la desigualdad y del deterioro del planeta. La IA (Inteligencia artificial) aunada a la ingeniería genética, bioquímica e informacional nos puede llevar a una humanidad gobernada por los algoritmos o por una minoría súper inteligente y súper rica que deja en la exclusión a grandes masas de ciudadanos empobrecidos. Humanos, robots, ciborgs y humanoides en general, un ejército de servidores de los Grandes Hermanos poseedores de los Big-data. 6
Todos estos debates apuntan a una pregunta final: la del el progreso o el fracaso de la humanidad. ¿Crece la desigualdad como dice T. Piketty, o el mundo ha mejorado y hay que ser optimistas como muestra S. Pinker?
3 EL POSTEISMO, OTRA FORMA DE CREER. “No te harás imagen alguna de Dios, oirás su voz”
Hemos dejado al Dios que creamos hace 8 o 9 milenios. Una vez más hemos dejado a Dios por Dios y como siempre sin saber que significa este término. ¡Cuántas veces lo hemos hecho! Permanentemente, para no congelarlo en una imagen, para no encorsetarlo o poseerlo pues entonces se rompe, muere, como la burbuja de jabón explota solo con besarla.
La gran inversión y la humilde conversión,
El tránsito al posteísmo no ha surgido de la nada ni es una moda. Más bien hay que comprenderlo como una conversión, un mudase el alma su ropa interior. Algo que hemos hecho sobre todo en estos tres grandes momentos.
La llamada a la perfección
La mayor parte de nosotros provenimos de una cultura religiosa muy pregnante e insistente. Y vivimos en la infancia y juventud un catolicismo convencional y moralista, abstracto, una experiencia de sumisión al deber religioso y a la imperiosa llamada de la radicalidad evangélica malentendida como santidad y perfección, la necesidad de “hacer apostolado” e ir a las misiones… y salvar ánimas del purgatorio, hoy algoritmos.
Entonces Dios era absoluto y omnipresente, nos salvaba, con el sacrificio, del intangible pero siempre presente pecado original y sus efectos colaterales, los pecados mortales. No obstante vivíamos seguros del cielo. Dios era la garantía de que nunca nos faltaría el amor y de que todo tenía un sentido más allá de la realidad natural tan ambigua y cambiante.
Esa religiosidad tradicional producía grandes generosidades en virtud de su dogmatismo pero incurrimos en idolatrías, ritualismos y absolutismos
La liberación de los oprimidos
Muchos dejamos ese Dios con el descubrimiento de los pobres, en el tránsito de la salvación a la liberación. Y como el Dios de los pobres nos parecía más auténtico que el Dios de la santidad, el paso no sonó a traición. Y con la misma radicalidad ingresamos en los sindicatos y partidos obreros acercando el cristianismo a la izquierda social y cultural. El tránsito fue algo lineal y fuimos cayendo en el espejismo de un Reino de Dios directamente alcanzable mediante una política de subversión. En ese tránsito tan puro a imitación de las primeras comunidades se fue deslizando, algo encubierto, el abandono del teísmo espiritualista o ritual.
En este nuevo modelo Dios era el grito de los pobres. La fraternidad se anteponía a la filiación sin reparo alguno. La salvación bajó de los cielos a la tierra aunque continuó con parecido dogmatismo y la misma generosidad. La piedad y la caridad antes “hijas de las visitas al Santísimo” pasó a ser solidaridad y lucha obrera o popular. El rostro de Dios ya no estaba encarcelado en una dorada custodia ni en la oblea del cuerpo de Jesus o el cáliz de su sangre. Era intangible y estaba libre en la pasión emancipadora del pueblo. La acción de Dios no era misterio sino compromiso.
La ciudad secular
Paralelamente a la vida en la clase obrera, en los barrios y en la dura militancia se desarrollaba la vida en la ciudad secular, en el pluralismo, y la liberalización de las costumbres, Dionisos frente a Apolo, la fe en disenso con la ciencia, el pluralismo cultural y religioso relativizando nuestros símbolos y sacramentos.
En la segunda conversión, pasada la primavera del Vaticano II, el rostro de Dios iba siendo modulado en segundo plano por Teilhard, Marx, Nietzsche y la teología de la muerte de Dios, por ese orden en función de su peligrosidad para la fe. Pero muy especialmente escuchamos a los teólogos de la secularidad, Bonhoeffer, Robinson, Cox, 17 Tillich, o de la mística de abajo a arriba de Légaut, por su mayor cercanía. Entonces el rostro de Dios se fue quedando sin rostro.
En la crisálida posreligional
En el último lustro hemos asistido a la inhumación de Dios aunque no ha muerto sino que está enterrado, dando vida, no como un ente sino siendo creatividad y emergencia en la misma realidad. Spong, Hick, Lenaers, etc. nos sugieren que la vida “en Dios sin Dios” es la vida en el “amor cósmico originario”, no fruto de la encarnación de un Dios y Jesús una persona como nosotros pero fuente de una inspiración que sentimos como plenitud. Pero también algunos se sitúan ya en un posteismo de este amor cósmico extraído de la misma evolución emergentista.
Os cuento esta anécdota
Le hicieron un entrevista a Julia, octogenaria, limpiadora del hogar, que vive sola desde siempre, confinada por la COVID19 como todos. Y estaba con su vecina, María Jesús, que la cuida porque sí, porque quiere. El entrevistador le dio las gracias a la vecina por esa labor humanitaria y ella respondió: - Las gracias no hacen falta, eso nace y sale
Esta mujer no dijo que hacia eso por Dios, o que venía de Dios; ni que pertenecía a un colectivo determinado, ni soltó una perorata sobre su experiencia de fe. Simplemente contestó lo que sentía con toda su naturalidad y sin otras razones que el mismo hecho. Y sin embargo a nadie se le ocurre negar que en ese sencillo gesto hay todo un mundo de valor y significado.
“Eso” nace sin nombre y no necesita ser atribuido necesariamente a un Dios. Es una expresión borrosa, alude al exceso en nuestra libertad y hasta ahora se imputaba con frecuencia a un Dios interventor desde los cielos, que específicamente denominamos Theos. Pero hoy prescindimos de ese mito u objetivación. Nos encontramos ahora como náufragos frente a un horizonte sin figura andando como Jesús en el mar, en un posteísmo activo, en un agnosticismo in-amorado, metido en el amor, en la edad de la nada (Peter Watson), en la edad del Todo en proceso, cuidando nuestro hábitat, el mismo de todos los seres, matriz de la vida y la sabiduría.
La ausencia del Ente Supremo, el enigma del universo y la persistencia del mal ya no nos permiten una creencia clara, mucho menos fuerte, en una divinidad exterior enteramente buena, donde el mal es atribuido a la naturaleza creada y a la libertad de la creatura humana y la bondad en grado absoluto al Dios invisible que calla ante el mal porque Él sabe por qué lo hace, sus designios son inescrutables y escribe derecho con renglones torcidos.
Lo que nos sostiene es el anhelo permanente de plenitud para todos. Y a veces es tal la vehemencia de este deseo que conforma una figura. Otras veces se queda en un silencio de larga mirada o escucha, “oirás su voz”, o exhala un ojalá que sale de lo más íntimo de nosotros y se manifiesta en esperanza y compasión. Oirás su voz,sentirás la emoción que te transfigura, el no saber enamorado y el gemido de los vulnerables
La gran inversión y la humilde conversión
Llamo “gran inversión” a la sustitución del relato religioso por un relato secular supraético; al abandono de la literalidad y del exclusivismo bíblico. A la interpretación liberadora y posreligional del mensaje de Jesús de Nazaret y a la deconstrucción del teísmo, esa imagen de Dios como “algo” o “alguien” supremo y en otro mundo etéreo.
Se trata de un proceso similar al seguido por el mismo Jesús en su superación del judaísmo. Jesus transformó el concepto de persona religiosa, prescindió del culto, centró su mirada en los más débiles y se sirvió del lenguaje popular y metafórico. Si bien como judío e hijo de su tiempo participó del teocentrismo y religiosidad de entonces, sus vivencias interiores y su compasión le fueron llevando a otro paradigma ético y espiritual especialmente novedoso en la historia.
Las narraciones que nos comunican esta vida y significado singulares de Jesús de Nazaret, más allá de su veracidad histórica o no, anuncian un modo de ser persona, un modelo de fraternidad nuevo. Algo que fue rápidamente neutralizado por la cultura judía y grecorromana de esos primeros siglos por poner en cuestión su sistema sociopolítico y religioso.
Hay que deshacer el entuerto. En las celebraciones dominicales, en la prensa, en las declaraciones públicas, cartas y encíclicas podemos hablar de otra cosa mejor que de convicciones ciertas basadas en milagros, resurrecciones y caminos de redención. Mostrar más bien la maravilla de nuestra Gran Historia. Asombrarse de las incontables estrellas, partículas y neuronas, de la buena voluntad, del valor del perdón, del consuelo, de la civilidad y la acción por la justicia, la sintonía con la naturaleza y la compasión con los necesitados y recuperar de otro modo los grandes valores y hallazgos de la tradición religiosa, el cuidado emocional e intelectual de la infancia, los relatos mágicos que propedéuticamente inician al valor de los símbolos y a la acción comunicativa... la conversación profunda… y todos estas actitudes siempre dentro de la temporalidad bajo la sospecha y el postulado de plenitud.
Estas son algunos presupuestos que en mi opinión debemos tener en cuenta en la interpretación de esos hechos y de ese mensaje:
Una lectura no literal sino metafórica, de los evangelios, los relatos bíblicos y en general de todos los textos llamados sagrados y de las tradiciones religiosas, espirituales y humanísticas. La lectura apropiada debe extenderse no solo a los detalles críticos de las diversas secuencias o libros sino a la concepción subyacente de la historia, de la razón, del tiempo, de las propiedades de lo real. En ese terreno la ciencia y el sentido común son mejores intérpretes.
La complementariedad entre fe y ciencia, el abandono del concepto de Revelación como verdad absoluta, como intervención directa en el conocimiento humano. El reconocimiento de las ciencias como punto de partida para sustentar una mística de la compasión o bondad incondicional. La fe no tiene que estar al acecho del error sino al cohecho con la sabiduría. La fe está en el proceso del científico, en su afán de verdad, en su curiosidad y su actividad de contrastación, en su pasión por abrir las fronteras a un progreso universal y sostenible, en su crítica a la instrumentalización, al mercantilismo y al “principio tecnológico,” en la prolongación de los símbolos que nos otorgan sentido y nos dan “alma”. Y la “verdad religiosa” no está para enmendarle la plana.
La construcción de esa mística y esa praxis supraética de Jesus de Nazaret y de otros como él, que no se centra tanto en el moralismo, el narcisismo espiritual o el voluntarismo político cuanto en la trascendencia del amor cívico y personal fundado en la autonomía de la buena y bella voluntad. La fe mueve montañas; su potencial simbólico, su llamada a la excelencia personal y a la utopía social conducen hacia el compromiso sociopolítico, hacia el saber crítico, hacia la honestidad intelectual.
La confluencia con otras éticas y religiones en la acción humanizadora. Es una tarea a caballo de la política institucional, de la crítica antisistema y del cuidado de las personas. Se extiende desde el pequeño óvolo de la viuda hasta las más altas esferas de los organismos internacionales.
La adopción de el “desde los pobres” como marco epistemológico y moral para una reinterpretación más sincera del cristianismo tal como nos descubre la Teología de la liberación (TL). La TL entró de lleno en las profundidades de la injusticia como infierno real, como cruz de la que bajar a todos los oprimidos. Abandonó el magisterio constantiniano, tridentino, escolástico y decimonónico, y proyectó el sentimiento de divinidad en la liberación de los pobres. Desarrolló una espiritualidad de “abajo a arriba”,de la vida al amor que nos desborda y no del Dios soberano que redime de una creación fallida.
Mudarse de ropa interior
Esta humilde y gran conversión teje otra “ropa interior” del alma o mente. Algunos entienden este cambio de muda como una “conversión” moral, un recuperar la fidelidad perdida en la cultura posmoderna de acuerdo con unos criterios de siempre que no se atreven a poner en cuestión. Aquí hablo más bien de un cambio radical de nuestra manera de entender el conocimiento y la realidad y como consecuencia de todo eso de una nueva interpretación del significado evangélico.
Otros dirán que esto no es el cristianismo y verán aquí una reducción de los valores sobrenaturales. Pero hoy la sociedad no entiende el dominio de un abstracto mundo sobrenatural y la alquimia religiosa. Lo sobrenatural es un existencial o cualidad universal inserta en la naturaleza humana y no necesita añadidos. Dios no está afuera, en otro mundo y muerto por el ateísmo contemporáneo,sino enterrado en el buen amor pujando por dar vida. Los bellos interiores compartidos y los cuerpos doloridos son los nuevos templos donde la mente canta y adquiere alas para elevar sus miras y balbucir lo indecible. Y lo hace con mil mitos, prácticas, sentimientos y acciones muy lejos de las arcaicas apariciones, revelaciones formales y religiones de otro mundo.
Esta gran inversión de nuestros paradigmas no puede llevarse a cabo sino desde la humildad y el respeto. Desde una conversión no “neo conversa”, atemperando el fragor de la novedad y autocriticándose, dejándose falsar.
El posteísmo no destruye la religiosidad popular
Esta es una crítica que se hace con frecuencia, que el posteísmo merma la fe popular. Mucha gente religiosa piensa que si se pierde la religión, el mundo dejará de tener un fundamento para la verdad y sobre todo para la moralidad, tan necesaria para salvaguardar la dignidad, la convivencia social y el cuidado del planeta.
La religión, y en concreto el catolicismo, ha sabido construir un sistema muy logrado de experiencia interior y motivación fuerte, de celebración y animación simbólica, de llamada a la donación, y sobre todo de formación, aunque eso sí, no crítica. Pero hoy en estos tiempos de democracia, autonomía y “materialismo simbólico”, tras la “gran deconstrucción” del teísmo y de la religión, queda el universal del amor sin saber por qué y si valdrá a ciencia cierta para algo.
Debemos ser muy respetuosos con los sentimientos sinceros del pueblo pero también muy críticos con las prácticas y medios de comunicación embaucadores. Hoy día muchísimas prácticas religiosas son más bien actos culturales, entretenimientos turísticos y gestos de integración social donde se marca el estatus social. Y el cuidado de las personas y de todos los seres vivos, el amor cívico proyectado en la política y la economía del buen vivir discurren por otros cauces. Estos no son excluyentes de los anteriores pero sí pueden indicar estilos de vida más estimables aunque menos aplaudidos. Situémonos en la perspectiva de un cambio cultural hacia la sinceridad y la no profanación de los valores más sagrados de la casa común. Hay que denunciar con delicadeza que la doctrina y el culto forman parte de un gran error por mucho amor que haya en ellos. En lugar del eclesiasticismo practiquemos el cosmopolitismo.
Ya ha concluido el tiempo de hacer cada uno su Iglesia, de definir su Dios, de defender su Salvación. Es hora de construir una convención mundial por la justicia, una internacional de la esperanza, una ciudad para todos en la que cada persona y grupo acierte a articular el deber cívico con el desbordamiento del amor que suscita la creencia particular. Somos comunidades humanas de esperanza, en nuestro caso según Jesús.
La Internacional de la esperanza
Hubo una Internacional de la igualdad que promovió de manera “científica” y “organizada” nuestro amigo Carlos Marx a partir de las fraternidades utópicas de Fourier, Saint-Simon, etc. Hay otra internacional más bien llamada “Iglesia”, también escindida a lo largo de la historia y paralela a otras religiones similares y que ofrecen una salvación ante la muerte y el sufrimiento. Otra internacional más, nada definida, es la que podemos llamar de la dignidad y la profesionalidad. No se identifica ni con la religión ni con la política. La forman gente buena, liberal y agnóstica. Confía poco en la política y respetan la religión aun cuando la consideran relativa.
Y hay también una nueva internacional que se va constituyendo tras la crisis de las religiones y de los partidos políticos, más popular que la anterior y que se extiende desde los movimientos alternativos y antisistema hasta los colectivos institucionales que trabajan en las organizaciones internacionales y las oenegés. Es una internacional de la solidaridad, de la igualdad y del cuidado del planeta. Cada día más vigorosa y convergente. Joven, generosa, que se juega la vida y la salud con los refugiados, las epidemias, la violencia de género, las agresiones al medio ambiente, la defensa de los derechos humanos, las guerras.
La integración de todas estas internacionales pasito a pasito bien podría denominarse la “Internacional de la esperanza”. En la esperanza convenimos todos, independientemente de las creencias, las ideologías o los conocimientos que tengamos. . Una gran ola en la que remamos muchos náufragos, sin saber del todo a donde vamos y por qué.
Espeleología de la esperanza y minería del corazón.
Uso este término “espeleología” muy intencionadamente. A la religión desorbitada en su indagación sobre Dios, o sobre la hermenéutica de la Revelación, le corresponde más bien la espeleología del corazón humano, una socio-antropología de las transcendencias que se abren en la conciencia, sin un “a priori” teísta o ateísta. Decía Kant que el ámbito propio de la religión es el de la esperanza. Y allí es donde debemos trabajar. Descubrir vetas que abran la inmanencia, la imposibilidad de hablar de Dios; esa intermitencia paradójica de ausencia y presencia de lo sublime como el electrón incierto, unas veces partícula otras onda, unas veces aquí otras allá, ubicuo. Porque la esperanza no puede ser sino atractiva. ¿Cómo entusiasmarnos con lo que nos desborda si se anuncia desde un sufrimiento obligado o una “misión imposible”? La función de la mística y el posteísmo es animar la esperanza.
Estas son algunas vetas de esperanza:
El impulso natural de la vida que nos lleva a salir y expandirnos es el primer destello de esperanza surgido en la oscuridad de la energía cósmica y llevada hasta la maravilla de la consciencia y el amor. El bienestar, la salud y el gozo de vivir que ya mucha gente disfruta, aun con escasos recursos y conscientes de la temporalidad, abre la posibilidad de que todo el mundo pueda también alcanzarla. Posibilidad por otra parte imposible sin un compromiso serio.
Otra lámpara es la de la resistencia de las vírgenes prudentes, Los relatos míticos de las grandes tradiciones, y de los pequeños poetas, mezclados de luz y sombra, de utopía y realismo, son también fueguecitos que iluminan humildemente la noche de los pueblos. Los descubrimientos científicos, las pinceladas del artista, los sentimientos místicos, las solidaridades compartidas, son otras tantas aberturas que la espeleología explora.
También son fuente de esperanza las luchas y las esperas interminables en tantos rincones del planeta y que no se acaban; el enorme esfuerzo por la justicia, por el cuidado del planeta, por la democracia, la igualdad de género y la acogida de los inmigrantes y refugiados. Hay allí amor. Hay amor y no más bien nada u odio. Un esfuerzo compartido sin distinciones entre ateos, creyentes y agnósticos. Una confluencia de religiones y humanismos
Es ahora de seguir indagando y explorando en la esperanza, de descubrir trascendencias recorriendo galerías y pasos difíciles. Entrar bien oxigenados en las simas asfixiantes del sufrimiento, en las bóvedas ennegrecidas por el humo dogmático. No en la vida de las estrellas sino en las vidas estrelladas. Rebuscar en el caracol de la conciencia y en la espiral del cosmos, en los ovillos enredados de la política o de las relaciones personales, lugares todos ellos enigmáticos y sin fondo.
Y esta profundización, este ir picando las vetas del enigma nos sugiere otra bella imagen, la minería de la compasión. El minero golpea una y otra vez la dura materia como Moisés la roca, en busca del agua o del mineral. Entra en la realidad profunda, donde confluyen la conciencia sentimental y el “rostro” del otro, la belleza y el sufrimiento; y de la comunión del sufrimiento y la alegría, en lo recóndito de la mina, nace el amor universal que todo lo abarca. Porque amar es compadecer y llegar al fondo de la propia nadería (Unamuno) y descubrir que “Toda verdad y belleza proceden del interior” (Agustín de Hipona), del fondón del “alma”, donde se acumulan fosilizados los restos prehistóricos y recientes de una humanidad que sufre, goza y da su vida en un proceso milenario de vida y muerte.
La Global y las comunidades humanas proféticas
Os novelo breve e imaginativamente el espacio común que podrían ser las parroquias, centros de un humanismo inspirado en Jesús de Nazaret, “lugares de encuentro, de oración, formación, reflexión… donde los diferentes grupos… puedan reunirse y programar sus actividades: celebración, de atención a los pobres, artístico-culturales, etc. articulación de comunidades y con otros centros7
.Son las cinco de la mañana. He de ir a repartir el periódico y ¡tengo la cabeza como un bombo! Ayer salí con los colegas y con la última caña, ya un poco tocados, me preguntaron que iba a hacer después del reparto…pues lo de siempre, les contesté, acercarme a "La Global”. Y ahora, ya de camino, voy cantando y recordando una canción de mi infancia… "Un globo, dos globos, tres glooobos"… porque hubo un globo rojo que voló en la revolución, un globo violeta que se ha hinchado hace pocos años, un globo azul en la estratosfera, mar de serenidad; un globo blanco en mi cabeza que escucha atento y habla despacio, y está la sombra del árbol y la mía propia que se contagia de verde al entrar en “La Global”...
Sin trabajo fijo, con cuatro perras, a poco se me desahucia la vida. Ya no encuentro cobijo, casa, u hogar. Todos los padres muertos, las madres sin leche, los relatos sin certezas. Lo mío es ya la incertidumbre. Heisenberg ya me lo dijo pero no pude escucharle. Me veo como un náufrago en el reino de los mares, sin saber dónde están las llaves, Allí me muestran cómo llegar después de tanta crítica a una segunda ingenuidad o confianza en la bondad del ser humano.
La Global es otra casa del pueblo pero distinta; no es una iglesia ni un club de fans de la eternidad, ni un lugar de magia o de shoping, de recetas de cocina moral, boutique de creencias de moda o consultorio de autoayuda, pero acude mucha y variopinta gente. Se parece más a un centro cívico, huele a afecto que no a gasoil, dinero o agua bendita. Vuelan sueños por su techo y en las mesas aterrizan papeles de propuestas para un mundo mejor.
A media mañana vendrá un grupo de niñas de primaria. Dos periodistas del suplemento de ciencia han montado una exposición sobre el cerebro y las emociones… Por la tarde tomaré un café con los limpiadores del Clínico que vienen a hacer una pancarta. En la sala de al lado un grupo interreligioso está meditando, y al fondo las cajas de hortalizas de “La huerta en casa". En el bar no hay pantalla futbolera...a veces se echa en falta...los bien vestidos juegan al palé y me he acercado a verlos. Y no dejo de contaros que en el piso de encima hay despachos de coworking, crowfunding y fandangin para oenegés que no tienen donde caerse vivas. …Y ya al anochecer cenaré con las compas de "Ítaca acoge". Me gustan sobre todo esos vestidos africanos con tocados de reina mora que de tanto en tanto envuelven una cabecita de grano de café con sonrisa en medio.
De vez en cuando montamos un flash-mov y nos vamos a un centro comercial o un punto estratégico de una plaza o calle y embelesamos a la gente con una coral o un mimo que les mueven a la bondad… Es el fruto de nuestras celebraciones. Sentimos un “no sé qué que nos llena de felicidad y deseos de plenitud… …/…
Las comunidades humanas de vida.
Las Comunidades Humanas de Base son una propuesta de realización pluralista de esta nueva sociedad laica. Encarnan lo que nosotros entendemos por Reino de Dios. Así lo hace Aloysius Pieris en Asia, en un contexto budista e hinduista. En estas CHBs “los coperegrinos exponen sus escrituras respectivas, narrando de nuevo la historia de Jesús y Gautama en un diálogo sincero que hace que ardan sus corazones (Lc 24, 32)”… “…El espíritu y la tradición de cada religión sobre… la causa de los campesinos, los trabajadores, la mujer, las tribus…pueden llevar a una acción conjunta y a suministrar razones profundas”. Exponen sus problemas y el trabajo conjunto en los barrios y luego cada uno se expresa según sus creencias o ideología.
También en nuestro país pueden tener una cierta expresión en los grupos de acción sociopolítica, donde los cristianos tenemos en común con marxistas, alternativos, tercermundistas, católicos o excatólicos y otros, un compromiso por la superación de la injusticia. “Los miembros cristianos y no cristianos luchan juntos por el amanecer de la humanidad plena”.
¿Seremos capaces de crear instrumentos y medios tan consistentes como los construidos por las religiones en este otro axioma secular del amor cívico ilimitadamente desinteresado? ¿Este nuevo axioma de una “trascendencia” incierta y desde abajo, conlleva también unos instrumentos “débiles”, diversos en el tiempo, lugar, cultura e intensidad? Los seminarios, los retiros, las largas horas de oración, la evangelización, la formación... ¿cómo recuperar esa intensa formación religiosa desde un paradigma secular? ¿Son el cine o la literatura de autor, la canción protesta, las oenegés, los foros y las cumbres globales, los grupos de resistencia y las comunidades, las redes sociales, etc., las nuevas formas laicas para una “supraética” o “religiosidad natural”? .
Por un humanismo abierto y liberador
No se trata de inventar otra religión ni enunciar una propuesta humanista en perspectiva meramente científica, ni siquiera ética neutra, aunque, eso sí, en coherencia, con los datos de las ciencias y con las exigencias éticas mínimas y máximas. No seremos los primeros en este camino ni representaremos una postura unánime.8
Este humanismo que proponemos es un relato bioecocéntrico con suficiente soporte científico, que explica la emergencia de organismos vivientes de complejidad estructural y funcional creciente con atributos o capacidades nuevas. Los seres humanos, ha adquirido una asombrosa capacidad de auto transformación. Constituidos en sociedad, y gracias a su capacidad de generar, compartir y acumular conocimiento, han mostrado un poder creciente de intervención sobre las propias sociedades humanas, sobre la biósfera de la que éstas forman parte y de los ecosistemas que las cobijan.
En una sociedad cada vez menos religiosa compartimos sin embargo una conciencia creciente del valor de la vida y de la insostenibilidad que la amenaza. Un verdadero cambio civilizatorio, un cambio cultural profundo a nivel de valores, es requerido. Es una tarea de todos profundizar en un relato y una praxis que movilicen aún más a las personas y grupos sociales para que desde sus propias concepciones del mundo, científicas y simbólicas asuman activamente su cuota de responsabilidad global. Lo llamamos un modelo bioecocéntrico
Orar en el posteismo. Revestíos de bondad y belleza.
“Si no hay un Dios allá arriba, ¿cómo elevar nuestra oración a los cielos?
Se suele criticar al posteísmo que anula la relación personal con un Tú. Pero Dios no es persona. El término persona se atribuye a Dios porque representa el más alto grado de ser y subjetividad. Además se hace analógicamente. Por otra parte el Tú no está enfrente de ti sino envolviéndote como un todo y estando en ti.
La oración se ha entendido generalmente como una comunicación con la divinidad y un medio privilegiado para lograr la santidad o perfección personal. Hoy la oración parece algo pretencioso y se queda en un encuentro con el fondo incondicional del propio ser. Sus beneficios son amplios y gratificantes. A pesar de eso, el sentir la divinidad no es ya una convicción fuerte y la búsqueda de un encuentro o fusión con ese Ser, todo bondad y poder, pierde vigencia. Como mucho, se buscan fórmulas para un desarrollo de la espiritualidad
En el posteísmo orar ya no es salir de este mundo para encontrar en un ser superior la comprensión y el bienestar definitivo; se trata más bien, y humildemente, de encontrar la dimensión profunda del propio ser. Más que creatura de Dios el ser humano actual se siente creador de Dios, cogido por una incondicionalidad que brota de la bondad que aflora cuando el corazón descansa en su fondo. La oración es más como un despliegue del anhelo de bondad e infinitud; como un encuentro con “lo más íntimo de nuestra intimidad” (Agustín) conscientes de que de que muchas noches mientras dormimos soñamos, ¡bendita ilusión! que una fontana fluye en nuestro interior (Machado). Cualquier noble actitud cívica, cualquier desarrollo personal, y sobre todo la donación gratuita de unos para con otros, más allá del mero vivir o de la responsabilidad debida, no se sostienen sin el amor y la memoria compasiva que se genera en el silencio.
Cuando uno se pone a orar siempre le entra la duda de si tiene sentido “perder el tiempo” musitando consigo mismo, si realmente es escuchado, si el pedir ayuda va a ser eficaz, si el agradecimiento llega a alguien. Se desconfía de un Tu que parece un Yo desdoblado y de una actividad pasiva que no logra su objetivo. Con la oración, la meditación, el silencio o la contemplación la persona se siente más serena, más apropiada, más embebida de una atmósfera de cariño hacia todo, receptora de una emanación de bondad que esponja y dinamiza cuanto toca; se siente bella y animada, más allá de sus vulgaridades. La incomprensión que siempre nos acompaña, el enigma de la existencia, se siente poéticamente como un acogedor misterio envolvente.
Socialmente no nos basta con la ética, la filosofía y la ciencia. Nos falta motivación y magnanimidad. El problema del mal es irresoluble y su combate, de trincheras, esas excavaciones o cavernas donde el miedo y la pusilanimidad corren de zanja en zanja. Donde las preguntas limite nos acechan continuamente cual fuego enemigo. Necesitamos olvidar la incomprensión a cuestas, sumergir esa permanente inquietud ante la muerte, el dolor y los estragos de la limitación en un mar de confianza. Así es la conciencia humana.
La felicidad además se construye sin pre-tensiones, nos viene inicialmente dada en la vida senti-consciente, pero hay que estar preparados, Y por todo eso necesitamos recogernos. Notar que todas las ambiciones, envidias, engreimientos y malas ganas se esfuman sin especial combate. Que la generosidad se da sin pretenderla y que todos los rostros aparecen libres de las pequeñas enemistades de cada día. Y ello no por una violencia de la voluntad sobre nosotros mismos sino por el gusto emocional que todo lo eleva.
Por eso, allí donde estés, si estás a gusto, deja todo lo que llevas entre manos, “siéntate” que es un decir, y no hagas ni pretendas nada. Pronto aparecerá en tu entraña la cabecita callada de una conciencia distinta, un nuevo ser, una como soledad acompañada, una pregunta sin interrogación, un qué hago yo aquí o con todo esto, a distancia de lo que te ocupaba hasta entonces. El silencio hará crecer tu mente hacia dentro como si ésta fuera un húmedo desierto recién sembrado, una tierra donde el frío obliga al trigo apenas germinado a crecer por la raíz, sin vistosidades, -luego vendrán y serán múltiples y exuberantes-.
Trae a tu mente recuerdos de momentos y encuentros felices, no los dejes pasar sin que te abracen y cuando ya el gozo tranquilo de solo sentirte bien se vaya apropiando de ti, un deseo más noble de bondad surgirá de modo natural pues en el fondo somos eso, verdadera y bella bondad.
Siéntete cuanto más feliz mejor; no es injusto porque a la par otros estén sufriendo. Si recuerdas personas y gentes sufrientes, asume su dolor. Siéntete agraciado y agradecido. Allí te crecerán todas las intenciones de restituir esas felicidades a los demás, las perdidas o robadas. Orar es remojar el “alma”, emborrachar el bizcocho que somos en el dulce vino de la intemporalidad, en la laguna del buen querer, y dejar que rezume.
Ese nuevo sentimiento lo forman múltiples hilos entrecruzados: de agradecimiento, deseo de bien, grandeza de ánimo, confianza, compasión, alegría, etc. En él ha desaparecido el egoísmo y la envidia, la rabia se ha disuelto, la ambición se ha extinguido, todo parece fácil, el rencor se oxigena y evapora, ya no hay enemigos y si algo parece resistirse a esta masa etérea de quietud, pronto queda asimilado. La generosidad y la gracia, esa mezcla de buen humor y ánimo, se han apoderado de ti. Te has perdido en el silencio y el Silencio te ha encontrado.
Por eso, allí donde estés, si estás a gusto, deja todo lo que llevas entre mano. Saldrás nuevo de esta vivencia. Saldrás con ganas de vivir y de dar vida. Hazlo, ve hacia los otros. Ponte en el lugar del más débil, recorre sus condiciones de vida, su grandeza y limitaciones. Ponle nombres propios y que vayan pasando por tu sentimental mirada. Y 27 enternécete desde el mismo agradecimiento que te embarga. Alterna y concilia la compasión con el recuerdo de todo lo bueno que está pasando, todo lo que tienes, eres y ocurre en el mundo y déjate llevar por el gusto y la compasión que te acercan a la sublimidad y te invitan a la acción. No tardes, el sol está a punto de salir.
La inspiración que nace del relato Jesús.
La teología del último siglo distingue entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe. En el primero busca descubrir qué palabras y hechos son verídicos con el fin de proporcionar una base real a la afirmación de su divinidad y consiguiente adhesión creyente. Y el Cristo de la fe es entonces el Jesús histórico exaltado como Mesías, Hijo de Dios y Redentor.
Así lo presentan los Evangelios escritos al modo judío por cristianos de la segunda generación que no convivieron con Él. También por S. Pablo que no conoció a Jesús y sin embargo es el autor de los primeros relatos, los Hechos y algunas cartas. En ellos elabora una primera teología de la Redención influenciada por la filosofía griega y fundada en la Muerte y Resurrección. La Resurrección de Jesús explica y justifica el carácter absoluto y único de la verdad cristiana y de su superioridad sobre la razón, las otras religiones, la ley y la autoridad civil.
La interpretación que aquí hacemos es diferente. No podemos saber quién fue históricamente Jesús de Nazaret pues los relatos más antiguos y completos ya están mediatizados por la fe y la cultura judía y grecolatina. No conocemos un Jesús de la historia a secas, siempre será un Jesús de la fe, la de los primeros discípulos y de todos los demás que han ido reinventando su figura: Jesús profeta, zelote, místico activista, monje, célibe, sanador y maestro, Hijo de Dios e incluso militar en las cruzadas; papa, emperador pantocrátor o guerrillero. Es decir un Cristo construido en la historia. Ungido o universalizado por la multitud de creyentes. Jesús se fue construyendo como un Cristo al ser elaborado por la cultura y devoción de cada época. Es el Cristo de la historia.
Ahora bien la figura de Jesús que ha prevalecido es la del Cristo Hijo de Dios. Y con ella la imagen del Dios omnipotente y trinitario ha dominado sobre esa otra de compasión y desbordamiento llamada “Padre”. El Theos fue haciéndose hegemónico paralelamente a la constitución de una Iglesia como poder terrenal. El movimiento de Jesús se convierte en religión. Pero el Jesús de la buena noticia o Evangelio, no aparece tanto como una persona muy “religiosa” o un “piadoso judío”; más bien se acerca a la imagen de un “atheos”. De un crítico de la adhesión judía a Yahvé, el Dios imperante. Por eso los sacerdotes y escribas lo rechazaron y pidieron para él la cruz.
No nos importa tanto aquí la concreción con que se describen estos hechos, casi todos recreaciones literarias, sino su significado y mensaje. Y lo que significa desde nuestra mirada es que Jesús fue el creador de una nueva espiritualidad alejada del legalismo y volcada en el Dios de los pobres. Jesús dejó la imagen de Yahvé y se encontró con la del Padre: “Habéis oído que se os dijo… pero yo os digo”, “adorad en espíritu y verdad”, “no es el hombre para el sábado”, etc.
En ese sentido Jesús sí es un posteísta. Con Jesús muere el Dios del Antiguo Testamento y el velo del judaísmo se rompe. Jesús recreó al Dios que le creó, el que le habían transmitido en la infancia y le había ayudado a crecer y forjar su misión. Esta es nuestra lectura sobre el relato de Jesús.
Esta visión de un Jesús saliendo de la religión, es menos potente que la del Hijo de Dios, no funda ningún sistema de poder. Jesús de Nazaret no tendrá el mismo poder que la exaltada figura del Cristo Resucitado, Dios mismo, nutrido de todos los recursos milagrosos y económicos de una iglesia “como Dios manda”. Pero es un Cristo más universal y de más cercana comprensión. Ahora ya no hay pertenencias univocas y rígidas a ninguna institución o credo, ninguna imagen absoluta y única de lo divino. Jesús no es un absoluto a defender sino un singular muy representativo de lo mejor humano.
Nacidos en la tradición cristiana podemos hallar en sus “relatos fundantes” estímulos vitales o “inspiraciones” para responder a los grandes retos de nuestro mundo. Jesús de Nazaret, sin ser la figura única o perfecta o superior a las demás, puede ser una referencia de gran importancia. (José Arregi).Y nos referimos al “Jesús de los relatos” elaborados en las primeras comunidades cristianas y recogidos 29 fundamentalmente en los evangelios (tanto canónicos como “apócrifos”). Hacemos una lectura inspiradora no literalista, que quiere ser coherente con los diversos saberes de hoy.
Y termino con esta cita de un gran biólogo: "Creo que podemos reinventar lo sagrado. Podemos inventar una ética global, en un espacio compartido, seguro para todos nosotros, con una visión de Dios como la creatividad natural en el universo... Dios, un Dios completamente natural, es la misma creatividad del universo. Es esta visión la que espero que pueda ser compartida a lo largo de todas las tradiciones religiosas, que abarque a aquellos como yo mismo, que no creen en un Dios Creador, tanto como aquellos que sí lo hacen. Esta visión de Dios puede ser un espacio religioso y espiritual compartido por todos nosotros". (S. Kauffman)
Santiago Villamayor. Zaragoza 25-05-2022. Extracto y recreación de varios de sus escritos. Blog: redesreto10.blogspot.com
SÍNTESIS
A mi entender, el teísmo constitutivo de los monoteísmos y las religiones del libro han desvirtuado la inspiración que los fundó. Han hecho de ella una doctrina y una filosofía dogmática e impositiva. Han cosificado la llamada Revelación y han priorizado un valor de verdad, dominante, por encima del conocimiento humano. En nuestro caso, la Biblia ha sido absolutizada y su “alma” se ha interpretado de una manera tan realista que ha eclipsado su profunda sabiduría. El literalismo la ha matado y ha fundado un gran error aun vivido con un gran amor. Las nuevas concepciones de la Gran Historia presentan un modelo más universalista y, dentro de su perspectiva mítica, ofrecen una cosmovisión más verosímil. En lugar de una historia sagrada particular de un pueblo también particular se prioriza la historia universal, cósmica y cotidiana. Queda sin embargo construir el poema que la nutra y le dé vida.
El Posteismo ha sido suscitado por las nuevas concepciones epistemológicas y ontológicas. Por el pluralismo en que se manifiesta hoy la razón humana y la comprensión más difusa de la religiosidad o espiritualidad humana. No podemos renunciar a estos cambios y por tanto la perspectiva excesivamente sobrenaturalista debe ceder paso a un humanismo centrado en la vida, la liberación social, el cuidado del planeta como casa común,sin excusarnos en la vieja visión del peregrinaje por este valle de lágrimas.
En lugar de hacerse imágenes concretes de lo divino o sublime vale más escuchar su voz. Nos lo recomienda el Deuteronomio y muchos místicos. Escuchar todas las voces que nos hablan de la hondura de la realidad pues no hay Palabra de Dios única e inmutable. Dar valor a todo lo que vivimos. Este es nuestro tránsito o cambio de paradigma creyente. Un paso o pascua laica. Ya la experimentamos cuando la teología de la liberación y de la secularización. Es otra muda de la ropa interior del alma es decir de sus axiomas y esquemas pegados a su piel y tan proyectados en sus múltiples vestidos
En el orden práctico propongo una “Internacional de la esperanza” o confluencia de todos los humanismos y religiones. Necesitaremos, como los espeleólogos, buscar las vetas de esperanza en medio de los desastres, las guerras y las desigualdades, en las cuevas de la vulnerabilidad humana y de la naturaleza. No despreciaremos ninguna de las prácticas que hasta ahora la humanidad ha tenido para llegar a estos fines, pero les daremos la vuelta, desacralizaremos sus expresiones y nos revestiremos de la buena y bella razón en un círculo virtuoso de crear lo sublime que a nosotros nos crea.
Finalmente en continuidad con nuestra tradición presentaremos el Jesús de la fe de los primeros discípulos como inspiración para este tránsito dejando al margen los detalles de la primera reconstrucción histórica y de su divinización posterior, proclamada de forma interesada por los jerarcas y emperadores.
ESQUEMA
INTRODUCCIÓN
1. EL PARADIGMA TEÍSTA, “Creo en Dios padre todopoderoso…” (Credo católico)
La creación de un Ser Supremo, Dios o Theos
El Misterio de la Salvación o teología teísta católica
La Biblia no tiene razón sino alma
La Historia Sagrada y la Gran Historia.
El magisterio eclesiástico, erre que erre
Nosotros creamos al Dios que nos crea
2. LA SUPERACION DEL TEISMO EN EL POSTEÍSMO. “Oh Dios, libérame de mi Dio” (M. Eckhart)
El paradigma posteista
Cómo se puede ser a la vez posteísta y creyente
El tránsito posteista, causas del paradigma posteista y sus rasgos
Una nueva manera de entender el conocimiento
Cómo concebimos hoy la realidad
Incertidumbre, relatividad y emergentismo
Debates sobre la realidad social
3. EL POSTEISMO, OTRA FORMA DE CREER. “No te harás imagen alguna de Dios, oirá su voz “. (Dt. 5,8-10 y Dt. 4,12)
La gran inversión y la humilde conversión,
La llamada a la perfección
La liberación de los oprimidos
La ciudad secular
En la crisálida posreligiona
Mudarse de ropa interior
El posteismo no destruye la religiosidad popular
La Internacional de la esperanza
Espeleología de la esperanza y minería del corazón
La Global y las comunidades humanas proféticas
Las comunidades humanas de vida.
4. EL HUMANISMO POSTEÍSTA “Otro mundo es posible” (Foro social mundial)
Por un humanismo abierto y liberador
Orar en el posteismo.
Revestíos de bondad y belleza
La inspiración que nace del relato Jesús
1 MIRANDA, José Porfirio. Marx y la Biblia. Ediciones Sígueme. Salamanca. 1972. Pág. 73. Ibídem, pág. 82. Ibídem pág. 329.
2 David Christian en TED: https://www.youtube.com/watch?v=zww6_Y3ZzyM
3 LENAERS, Roger. «Aunque no haya un Dios ahí arriba», Capítulo 15 Editorial AbyaYala, Quito 2013, colección «Tiempo Axial» nº 16
4 Eduardo Galeano, Memoria del Fuego, I. Los nacimientos. S.A. Madrid 1982. (Recreación de: Civrieux, Marc de, Watunna. Mitología makiritare. Caracas. Monte Avila, 1970)
5 MONTSERRAT, J. (2015). El gran enigma. Madrid. Editorial San Pablo.
6 Yuval Noah Harari Homo Deus: Breve historia del mañana. Madrid. Debate.2016
7 Redes Cristianas. POR UNA IGLESIA POSIBLE EN ESPAÑA. http://www.redescristianas.net
8 Del documento “Por un humanismo bioecocéntrico y liberador” todavía en fase de discusión (González, Emma M. Ocaña, S. Villamayor, T. Brun, J. Arregi, E. Támez)
Video Charla. Santiago Villamayor. Instituto Humanitas Unisinos – IHU
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