Cambiando el mundo desde nuestra vida personal. Federico Velázquez de Castro.

Recomendamos  la lectura y la reflexión personal y  comunitaria de este libro. En cada capítulo se sugieren preguntas para la reflexión.

 Del libro de Federico Velázquez de Castro: CAMBIANDO EL MUNDO DESDE NUESTRA VIDA PERSONALEn este enlace puedes bajarte el libro. Merece la alegría.

Precio: 5€.En papel.  Solicitar a la Asociación Española de Educación Ambiental: info@ae-ea.es

Federico Velázquez de Castro es Doctor en Química y Especialista en Ciencias Ambientales y de la salud. Profesor en todos los niveles de enseñanza, es autor de numerosos libros y artículos, y es fundador de entidades como el Foro de Ecología y Espiritualidad y la Asociación Española de Educación ambiental de la que es actualmente presidente.

Del Capítulo 1: LA PERSONA HABITADA.

Frente a una sociedad superficial y epidérmica, la primera propuesta es vivir con hondura, con profundidad, con valores, afianzados en el ser, siendo forjadores de cultura y coherentes con los principios éticos en los que se cree. 

Para que emerja lo más valioso que cada ser humano tiene, hay que dedicar un tiempo a la reflexión, al estudio y las prácticas creativas. Lo fácil (y lo que el sistema impulsa) es abandonarse, dejar correr el tiempo, no cuestionarse nada y estar entretenido, mientras la vida, con toda su grandeza, pasa alrededor. Toda cultura supone esfuerzo y práctica, y resultará sumamente grato disponer de esos espacios en los que se lee, se piensa, se debate… y se siente cómo el espíritu crece. Para que estas áreas profundas se desarrollen hay que nutrirlas, por ello, de la misma forma en que nos preocupamos que cada día el alimento llegue varias veces a nuestra mesa (para mantener lo corporal), también diariamente deben atenderse otras áreas sustantivamente humanas y claves para la realización personal: la cultural, la social, la espiritual… 

Igualmente, es importante encontrar momentos de silencio en los que podamos frenar la actividad mental, y escuchar y contemplar la inmensidad y los tesoros que existen dentro y fuera de nosotros. Y desde allí debe surgir una de las actitudes imprescindibles en cada ser humano, que es la gratitud. Según vamos descubriendo la realidad constatamos que todo es un regalo, y el agradecimiento llega de forma natural. Así nos sentimos libres y responsables para cuidar de todo lo que somos y todo lo que nos rodea.

Señalaremos cuatro fundamentos que habitan, arraigan y dan sentido a las personas, los cuales se ampliarán en las páginas siguientes: la espiritualidad, conexión con lo esencial; la ética, que aporta principios para un comportamiento responsable; el amor y la compasión, que extienden su mirada sobre todas las formas de vida del planeta; la pasión por la justicia, que trabaja por la plenitud y desarrollo de todos los seres humanos, especialmente los más desfavorecidos

PARA REFLEXIONAR

La afirmación de Terencio: Humano soy y nada de lo humano me es ajeno 

El lema que el pedagogo Lorenzo Milani tuvo siempre presente en la Escuela de Barbiana: Me importa.

La reflexión de Albert Einstein: Un centenar de veces al día me recuerdo a mí mismo que mi vida interna y externa está basada en el trabajo de otras personas, vivas y muertas, y que debo esforzarme para dar en la misma medida lo que de ellas he recibido y sigo recibiendo. 

¿En qué medida la madurez de una persona está relacionada con la responsabilidad que asume? 

 ¿Qué rasgos definen a la persona habitada y qué las diferencia de las que todavía están en el camino?


ÍNDICE 

Introducción………………………………………………………… 

1. La persona habitada……………………………………………. 

2. Sencillez…………………………………………………………… 

3. Sosiego……………………………………………………………… 

4. Naturaleza……………………………………………………………. 

5. Servicio……………………………………………………………. 

6. Alimentación……………………………………………………… 

7. Sentido crítico……………………………………………………………. 

8. Vocación y misión. Trabajo decente……………………………………

9. No violencia……………………………………………………………… 

10. El rostro del otro………………………………………………………. 

11. Acción política vs. Caridad asistencial…………………………………. 

12. La no colaboración……………………………………………………….

13. Construyendo alternativas………………………………………………..

14. Vivir con sentido……………………………………………………. 

15. Organizándose…………………………………………………….

 Epílogo…………………………………………………………………… 

Para ampliar…………………………………………………………………… 


INTRODUCCIÓN 

El modelo capitalista bajo el que vive, prácticamente, toda la humanidad, se mueve, desde la revolución industrial, por la óptica del beneficio: el mayor posible, en el tiempo más corto, con los mínimos riesgos y sin reparar en costes, reduciendo al ser humano y la naturaleza a mercancías explotables. En la parte más favorecida del planeta –la nuestra- conocemos el Estado del bienestar, fruto de las luchas del movimiento obrero y otras corrientes sociales. Mas aun aquí, y desde luego en el resto del planeta, los daños de este sistema resultan cada vez más evidentes. 

Aunque atravesamos un periodo en el que las guerras se han llevado a países periféricos (sin enfrentamiento directo entre las grandes potencias), el hecho es que los gastos militares crecen y ningún país renuncia a la tecnología bélica más avanzada, aunque nada de esto sirva cuando un virus provoca una epidemia mundial. El mundo continúa siendo un lugar incierto, priman los intereses particulares y se vislumbran conflictos por unos recursos cada vez más agotados, el agua, la tierra, las zonas de influencia…

 Asimismo, observamos desigualdades crecientes, anacrónicas e injustas, como que el 20% de la población se apropie del 80% de los recursos globales. Amplias capas de la sociedad mundial son excluidas, lo que genera que los pobres, muchas veces poniendo en riesgo su vida, emigren hacia países con mejores condiciones. En España la pobreza alcanza al 22% de la población, y en el siglo XX ha matado en todo el mundo 2,5 veces más que las guerras (habiendo sido este siglo uno de los más mortíferos de la historia). La desigualdad es consustancial al capitalismo, en donde el lugar de nacimiento determina buena parte del desarrollo personal. Se trata, por tanto, de un modelo incompatible con la justicia y el futuro. 

El tema ecológico no precisa muchas explicaciones. La codicia y el crecimiento como objetivo han ido degradando el planeta y generando el cambio climático, un importante problema con el que la humanidad tendrá que convivir, que no está todavía controlado y que, de no corregir su trayectoria, puede llevarnos a situaciones sin retorno. Mas, si los riesgos externos son serios, no lo son menos los internos, y nos referimos a los centenares de sustancias sintéticas que, producidas para colocar nuevos productos en los mercados, llegan a nuestro organismo a través del aire, agua o alimentos. Algunas son particularmente persistentes, otras tienen carácter de alterador hormonal, otras producen trastornos como alergias o hiperactividad. De nuevo, la lógica del beneficio rápido que, sin evaluar a fondo los impactos de un producto lo comercializa y, si más adelante se tiene que retirar, las ventas realizadas compensan sobradamente su salida, indiferente a las “externalidades”, como los daños a la salud o al ambiente.

Lo peor del modelo que cuestionamos es cómo ha sabido introducir su pensamiento entre la mayoría de la población, alienándola y desmovilizándola. La publicidad, impulsora de un consumo masivo, ha logrado uniformar a toda la sociedad en cuanto a modas, tendencias, gustos y opiniones. Nadie parece querer renunciar a este modelo del centro comercial, ocio dirigido, información controlada y ofertas de  entretenimiento simplón por todo tipo de canal. El resultado es el de sociedades indiferentes, materialistas, consumistas, con primacía de lo privado sobre lo colectivo. Esta situación explica la pobreza de ideales, de horizontes, de compromiso social, de sensibilidad transformadora. Vivir en zonas ricas (mejor dicho, enriquecidas) conduce a la pasividad, asistiendo como espectadores a una historia que hacen otros, mientras permanecemos enganchados a las pantallas y distraídos por sucedáneos. 

Han existido modelos que han apostado por la libertad; otros se han preocupado por la igualdad, pero todos parecen haber olvidado la fraternidad. Por eso, cualquier hombre o mujer de buena voluntad, interesados por la marcha del mundo, sueña con un sistema mejor, de riqueza compartida, apoyo mutuo y desarrollo personal y comunitario. Mas, ¿Cómo llegar hasta él? El sistema domina en el ámbito económico, militar, mediático y hasta el control personal a través de redes y localizadores (aunque luego se derrumbe ante la irrupción de un microorganismo). Y la mayor parte de las personas no están dispuestas a realizar voluntariamente esfuerzos demasiado grandes para que algo cambie, por ello la frustración y el desánimo aparecen. Pero nada más lejos: hay mucho por hacer, se puede y se debe. Todos los modelos tienen grietas, y hay que saber buscarlas y aprovecharlas. Y, por encima de todo, el cambio personal es un requisito imprescindible para cambiar el mundo. 

Ni mucho menos afirmamos que sólo con el cambio personal se solucionarán todos los problemas. Pero supone el necesario primer paso. Cambiando cada uno, vamos haciendo presente el futuro deseado (no hay que esperar, por tanto, miles de generaciones), fortaleciendo la coherencia, la perseverancia y, sobre todo, el ejemplo, porque en momentos de crisis (y éstos cada vez lo serán más), las gentes buscarán el poder de los mejores modelos. Además, el siguiente paso, el encuentro con otros en organizaciones que busquen la justicia en sus diferentes nombres (solidaridad, medio ambiente, paz, desarrollo) requieren personas preparadas, resilientes, integradoras…, que lleven al ámbito comunitario valores y no malestares ni intrigas, azote de muchas asociaciones en las que se integran sujetos revanchistas que no han realizado su revolución interior. 

Estas páginas ofrecen sugerencias para desarrollar un estilo de vida personal alternativo y transformador, que exprese, en palabras de Gandhi, el cambio que queremos ver en el mundo. Para pasar después a la acción comunitaria sin la cual, las esperanzas de cambio social nunca llegarán a alcanzarse.

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