ESPIRITUALIDAD. Enrique Martínez Lozano

 


En ti hay “algo” más grande que tú. No eres sólo tu cuerpo, tus pensamientos, tus sentimientos y emociones, tus reacciones y circunstancias… Eres justamente “eso” que es consciente de todo ello.

Ese “más” se ha nombrado habitualmente con el prefijo “trans” y el término “trascendencia” Con él se quería indicar que estamos habitados por algo que nos trasciende Y que al mismo tiempo es lo más íntimo de nosotr@s mism@s

Para evocar esa dimensión innegable -Todo ser humano, acallada la mente, tiene acceso directo a experimentarla-, se ha recurrido con frecuencia a imágenes espaciales. Las religiones han hablado de altura -Dios y el cielo estaban “allá arriba”- a la vez que remarcaban la distancia, hasta el punto de asimilar lo “trascendente” con lo “lejano”

L@s místic@s, sin embargo, siempre han sabido que trascendencia era sinónimo de intimidad e incluso de mismidad. Lo cual invita a usar el término “profundidad” para referirnos a ella: Aquello que nos trasciende es -por decirlo con palabras de Agustín de Hipona- más íntimo que nuestra propia intimidad Por ello puede usarse otra imagen espacial tal vez más evocadora para nosotr@s: la de profundidad

El término “espiritualidad” apunta a la dimensión profunda de lo real. Y aplicado a nosotr@s, bien podría traducirse por “profundidad humana” evocando aquello que constituye nuestra identidad profunda

Así entendida, la espiritualidad es una dimensión constitutiva de todo ser humano. No depende de nuestra elección ni tiene que ver con nuestras creencias. Más allá de los diferentes “mapas mentales” -religiosos, laicos o ateos-, ese término señala aquel “territorio” común y compartido en el que tod@s podemos reconocernos.

Las creencias y las religiones fácilmente separan y dividen; la espiritualidad une. Porque es el sustrato común en el que tod@s nos reconocemos. Espiritualidad es, sencillamente, sinónimo de profundidad humana, sin ninguna distancia ni separación, trascendente e inmanente a la vez, sin asomo de dualismo, acción y contemplación, sabiduría y compromiso, comprensión y compasión: las dos caras de la misma y única realidad.

Acalla la mente. ¿Qué queda? Silencio. No le temas. Sin forzar nada, permanece ahí. Poco a poco se irá abriendo paso la luz y podrás saborear la profundidad que eres de donde brota la acción adecuada.

Enrique Martínez Lozano. Respira tu ser. Meditaciones. Espiritualidad para la vida. Ediciones feadulta.com



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